Es curioso cómo cambia con los años el mercado laboral en España. El gobierno socialista, es un gran aficionado a subvencionar a muchos colectivos en riesgo de pobreza (¿) desfavorecidos/as por exclusión social debido a genero, violencia, edad…
Esto de las subvenciones está muy bien en determinados casos, momentos (o épocas) y a determinadísimos colectivos, eso no lo niego, pero que no se les vaya de las manos. Hay que trabajar.
Que a qué viene esto, pues muy sencillo, la Sevilla turística (la que da de comer a una gran mayoría de sevillanos) está en un momento francamente floreciente, con un más que futuro prometedor (gracias en gran parte al buen hacer de las vacunas) de cara a las próximas navidades, y los hosteleros están buscando camareros y… señores, en Sevilla no hay camareros.
Resulta que salimos de una gran crisis sanitaria y por ende económica, con miles de personas en un Erte o en las listas del paro directamente y cuando un hostelero necesita camareros (ahora, gracias a Dios), resulta que no hay, ni están ni se les espera.
El camarero, que es en su mayoría una salida para personas sin estudios básicos o medios, ha dirigido su mirada y actividad, desde hace ya algunos meses y a merced de la gran demanda de trabajo que existe desde la pandemia, al mundo de la albañilería (obra, reformas, chapús…)
Las razones, pueden ser varias y con peso específico; el horario “del andamio” es más cómodo que el horario de la hostelería, en la que la mayoría de los casos se trabaja en fin de semana y sí o sí en horario de tarde-noche; y el sueldo normalmente supera al del convenio de hostelería.
Por el contrario el trabajo de albañilería suele ser más forzado, cansado y duro que el de la hostelería (aunque sabemos que hay “bares y bares”).
Curioso que varios clientes míos me hayan comunicado lo mismo, “Mª José, no encuentro camareros”, esa es últimamente la frase que más oigo, a veces incluso me dicen que ni pinches, ni cocineros… mala cosa.
No responden al boca a boca de sus compañeros, no responden anuncios en los distintos medios que manejan, el paro (esto es serio) no les envía a muchos candidatos/as, y si les cita a varios, no se presentan… (Incluso con la penalización que esto les supone a los afiliados al paro).
Esto es un problema, primero porque hay mucha economía sumergida, que cobra distintas ayudas y trabaja de “estrangis”, después porque las condiciones de trabajo y sueldo hacen que el camarero decida irse al mundo de la construcción.
Se necesitan camareros, pero camareros formados, no los/las chavales/as que quieren pagarse un viaje de fin de curso y echan la peoná de dos meses en un bar, se necesitan camareros formados en las escuelas de hostelería.
Vivimos del turismo, y una gran parte de la hostelería. Esta no se puede sustentar sin personal, sin personal especializado, y para eso, sí que se necesitan más escuelas de formación y ahora sí, subvenciones (esta vez de la Junta de Andalucía).
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