La avanzada y rompedora ética sanchista

Tras estas Elecciones Generales se ha demostrado el error de quienes pensábamos que Pedro Sánchez pagaría lo de ser un incorregible mentiroso y faltar sin pudor a sus palabras y promesas. No hemos sabido valorar que tan limpio personaje, cuando se justificaba diciendo que él no mentía ya que no intentaba engañar a nadie, sino que sólo cambiaba de opinión según las circunstancias, en realidad estaba proclamando una rompedora ética política de elevada enjundia filosófica similar a la del «infinitólogo» Zapatero.

Reconozcamos que estamos ante una avanzada ética progresista que se sintetizaría en el siguiente principio: En tanto que mentir es decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa con la intención de engañar, no cabe ya acusar a nadie de ser un mentiroso, pues ello exigiría, además de ser consciente de faltar a la verdad, hacerlo con la finalidad de engañar. Dos requisitos que resultan poco menos que imposibles en un mundo como el actual que alardea de que el acceso a la verdad es dificilísimo y que el interior de cada persona es prácticamente inaccesible.

Tras el aval de confianza que millones de españoles le han otorgado con sus votos a Pedro Sánchez, no sólo dejamos atrás la caduca y trasnochada obligación de que un político cumpla sus promesas, sino también la ancestral y cavernaria distinción entre verdad y mentira. Seguimos progresando.




1 Comment

  1. José María Ramírez Asencio dice:

    Magnífico artículo en su fina ironía, como es marca de fábrica de su autor.

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