Bugs Bunny secuestra el BOE y nos tiene de rehenes

Como bien señala el doctor Pedro Cavadas, que pretende que se efectúe una auditoría independiente sobre la gestión de la epidemia, “no ha sido el virus, sino la respuesta, lo que ha provocado este empobrecimiento de España”.

Se puede decir más alto, pero no más claro, aunque para que suene más alto los medios de comunicación, especialmente la TV, tendrían que abandonar de una vez la manipulación obsesiva y el enjuague permanente en el que están.

No hay un presidente de gobierno al frente de este desastre, sino un negacionista de primer orden que actúa como un ventilador que expande las terribles consecuencias de una gestión que se diría inconcebible porque parece diseñada para reventar a pedazos la economía y la moral de un país entero después de provocar el fallecimiento de más de 50.000 personas.

Algún día los españoles descubrirán que no se pudo hacer mucho peor. Los apoyos explícitos o implícitos que aún les queden a esta gente no proceden, con certeza, de la gestión de la pandemia, sino de la confrontación partidista en la que sí están muy interesados.

Por eso, cada vez que Simón sale a proclamar sus dobleces y medias verdades no se olvida nunca de generar lecturas retorcidas de los datos a favor de parte o se encoge de hombros cuando la realidad le abruma y las cifras le llevan la contraria, mientras todos los demás ministros y satélites gubernamentales se afanan en azuzar la pelea entre los partidarios apriorísticos de los unos y los otros.

Después de casi ocho meses de gestión de una epidemia sobradamente anunciada, los resultados son nefastos y lejos queda el tiempo en que la duda era si superaríamos a Italia, que estaba por delante en cifras de contagio y de letalidad del virus. Italia ya no es el referente principal de una gestión inadecuada porque en apenas unas semanas desde el inicio de la pandemia, les arrebatamos ese banderín de “emvipi” en cuanto a desastrosa gestión de la crisis sanitaria.

Hemos visto incluso a un presidente de gobierno marcharse de vacaciones utilizando de forma improcedente los recursos del Estado para tumbarse a la bartola con un país paralizado y abierto en canal con las cifras de la economía crujiendo como un barco que se va a pique sin remedio.

Y todavía en esas circunstancias, a su vuelta, el tipo escenifica ante un grupo de empresarios del Ibex un discurso insufrible que descarga su responsabilidad y la deposita en los hombros de quienes no le den respaldo a sus vacuos anuncios de “digitalización, transición ecológica y feminismo”, sin que nadie sepa de qué habla ni a qué puestos de trabajo se refiere con semejante puñado de aire que se pretende insuflar en el sistema circulatorio de nuestra economía. El resultado fue que el índice bursátil cayó ese día otros 250 puntos mientras él lucía su moreno de color naranja, como si se hubiese duchado con zumo de zanahorias: Sánchez convertido en Bugs Bunny y con sus trabalenguas disparatados.

Es evidente, como dice Cavadas, que “no puede ser casual que seamos los primeros en mortalidad y en la repercusión económica de la pandemia”. No lo es, claro que no, porque el presidente del gobierno lo ha fiado todo a su perpetuación y exige que, contra su propio posicionamiento del pasado, “No ya no es no”, sino que tiene que ser que sí, porque si el “no es no” siguiera estando vigente, se limitará a aplicar la política de confrontación al lado de comunistas, separatistas y filoetarras, cosa que, diga lo que diga y pacte o no los presupuestos con Arrimadas y Casado, seguirá intentando, porque su único modelo es distanciarse del sentido común y continuar manipulando la realidad a su antojo con la participación de una selva de “inmaculados” en las televisiones que ocultan la realidad e insultan a los adversarios como un ejército de trolls al servicio de la causa.

A estas alturas nadie sabe para qué sirven ministros como el de Universidades, o el de Consumo, o el de Ciencia, o la de Igualdad, o la de Educación…, salvo para protagonizar durante diez minutos la atención mediática en una portada de papel satinado o para derramar en una rueda de prensa ocasional que las clases de gimnasia en los colegios se desarrollarán sin público asistente.

El Estado de las autonomías ya no existe porque casi ha dejado de existir el Estado y sólo quedan, esparcidas por el suelo, las cuentas de un collar roto bajo el ojo vigilante de un Gran Hermano que contempla desde el vértice de su pirámide de la Moncloa los despojos y se limita a administrar los recursos que se reciban de la UE y a tomar decisiones sobre el uso que merezca el Falcon.

Sánchez, o sea, Bugs Bunny, ha secuestrado el BOE y lo mantiene de rehén con ayuda de los enemigos mismos del Estado. Lo que pide ahora es que todos nos sumemos al secuestro en calidad de rehenes complacientes y en silencio si no queremos ser aún más castigados.

Repito que si los medios insisten en calificar de negacionista a todo aquel que cuestione las cifras manipuladas y tendenciosas de Simón, al primero que habría que rotular como tal en cualquier pantalla es al propio presidente del Gobierno, que niega una y otra vez que su gestión sea la verdadera causa de esta tragedia pronto inmensurable y por ello se niega a que se realice una auditoría independiente como la que pide Cavadas.

He dicho.




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