Estas actuaciones de conservación, presupuestadas con 92.765 euros, han incidido especialmente en el sepulcro del arzobispo Gonzalo de Mena y Vargas, fundador de la Cartuja sevillana.
El sepulcro, de estilo gótico y realizado en alabastro policromado, ha sido restaurado por completo, siendo desmontado para ello, en una labor gracias a la cual fueron recuperadas tres escenas hasta ahora no visibles al estar situadas en la cara del sepulcro adosada al muro colindante al Patio de los Naranjos.
Además, el sepulcro ha sido reubicado y puede contemplarse en su totalidad, pues de hecho fue concebido como una obra exenta, con 13 escenas repartidas en sus cuatro caras.
Junto a las piezas de alabastro encontradas en el interior del sepulcro fueron recuperados los restos del arzobispo, que se hallaban dentro de una caja de plomo. Dichos retos han sido objeto de un estudio antropológico que ha proporcionado importantes datos sobre algunas probables patologías que sufriría el prelado.