In memoriam de José Manuel Sánchez del Águila

Con la muerte de José Manuel se nos va un hombre singular de los que ya apenas se encuentran. Abogado y jurista de vocación irrenunciable y apasionado en la defensa de todo lo que consideraba justo y digno, su alma de poeta le causó más de un disgusto en el ejercicio de su profesión en esta bendita ciudad, historias que se lleva definitivamente con su fallecimiento.

Como a tantos otros, en su vida le tocó digerir situaciones terribles de esas que dejan tocados a cualquiera. Pero él lograba levantarse. Y ya al final, cuando sintió que le llegaba la hora de una siempre anticipada muerte, quiso vivir ese tiempo callado y sin que se nos informase de su gravísima situación. Al igual que también nos costó enterarnos hace unos años de que había sufrido el mismo zarpazo que se llevó a su entrañable hermana Auxiliadora, que tan joven nos dejó.

En los últimos tiempos y quizás para anunciarnos que barruntaba próxima su marcha, editó dos bellos escritos en unas exquisitas láminas que repartió en cenas con camaradas que respirábamos por la misma añil herida. Se trataba del soneto “Envío”, de Ángel María Pascual, poema al que José Manuel profesaba especial predilección, y un fragmento del escrito «España incómoda» de José Antonio Primo de Rivera, que tituló como “Vocación”.

Finalizo esta brevísima semblanza sentimental con las palabras finales de éste y con el citado soneto, porque creo que a José Manuel le encantaría, le encanta, que se le recuerde con ellas:

“Por eso miro en lo que vale el haber encontrado la vocación. Y sé que no hay aplausos que valgan, ni de lejos, la pacífica alegría de sentirse acorde con la propia estrella. Sólo son felices los que saben que la luz que entra por su balcón cada mañana viene a iluminar la tarea justa que les está asignada en la armonía del mundo”.

 

Envío

“A ti, fiel camarada, que padeces
el cerco del olvido atormentado.
A ti, que gimes, sin oír al lado
aquella voz segura de otras veces.

Te envío mi dolor. Si desfalleces
al acoso de todos y, cansado,
ves tu afán como un verso malogrado,
bebamos juntos en las mismas heces.

En tu propio solar quedaste fuera.
Del orden de tus sueños hacen criba.
Pero, allí donde estés, cree y espera.

El cielo es limpio y en sus bordes liba
claros vinos del alba Primavera.
Pon arriba tus ojos. Siempre arriba”.

José Manuel, descansa en Paz.




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