Auki Tituaña es el primer alcalde indígena de la ciudad ecuatoriana de Cotacachi. Reelegido en cuatro ocasiones (1996, 2000, 2004, 2019), el próximo mes de diciembre viajará a México para ser reconocido por el Instituto Mundial de Municipalistas como uno de los mejores gobernantes de Iberoamérica.
En 2012, su alianza para optar a la vicepresidencia de la República de Ecuador junto al actual presidente de la república, Guillermo Lasso, le granjeó la enemistad con el movimiento indigenista Pachakutik. Pertenece a la etnia quichua, estudió Economía en la Universidad en La Habana y no comulga con el ideario comunista.
Considera que el socialismo del siglo XXI es un invento de Hugo Chávez y el Foro de São Paulo. Católico, ferviente seguidor de Jesucristo y abierto al pensamiento occidental, ha logrado con su modelo participativo de gestión público-privado altas cotas de desarrollo socioeconómicas y también numerosos reconocimientos internacionales.
Desde su llegada a la alcaldía ha erradicado el analfabetismo y logrado el suministro eléctrico para el 98% de su población. En 2000, recibió en Dubái el Premio Internacional a las Mejores Prácticas en Gobiernos Municipales, y el Premio Ciudad de Paz 2002 por la Unesco. Los preceptos sobre los cuales se edificó la civilización inca: «Ama Sua» (no seas ladrón), «Ama Llulla» (no seas mentiroso) y «Ama Quella» (no seas flojo) son parte de su filosofía de vida e ideario político. Estos días asiste en Sevilla a unas jornadas de intermediación de negocios para atraer proyectos empresariales innovadores a la región. Hablamos con él.
– ¿Qué hizo el Día de la Hispanidad o debería decir el Día de la Resistencia?
– Hace ocho años que no presto atención a este asunto. Se ha bautizado de muchas formas: de la raza, del entorno, de la resistencia… Es la historia de un encuentro desigual, pero no quiero quedarme con el resentimiento ni la denuncia. Ocurrió. Se produjo una superposición e intercambio de sistemas donde nosotros nos llevamos la peor parte, pero hay que mirar hacia adelante.
– Ecuador conmemora entre lo que queda de este año y el que viene el bicentenario de su independencia. ¿El pueblo indígena tiene algo que celebrar?
– Es lo mismo. El papel que ha jugado el pueblo indígena en la sociedad ecuatoriana no está suficientemente visibilizado. Ojalá aprovechemos el bicentenario para reconocer que la independencia no fue solo cosa de iluminados. Se le da mucho protagonismo a Bolívar, cuando en la práctica el papel indígena fue fundamental. Es necesario bajar a ciertos los personajes de los pedestales ideológicos y hacer una reflexión para que se conozca la realidad de los hechos.
– Entonces, quién debe pedir perdón a quién, si es que hay que pedirlo, claro está.
– El perdón debe venir de quienes originan inequidad e injusticia. De todas maneras, es una cuestión que responden a intereses de su propio tiempo.
– ¿Cree que se ha sido injusto con el pueblo indígena?
– Efectivamente. La historia oficial ha sido injusta con las aportaciones de la población indígena, que en términos generales han contribuido a un equilibrio democrático. Hace fatal más generosidad, mayor visión para salir juntos de una crisis. Hay que hacer un ejercicio de diálogo y entendimiento permanente.
– En las escuelas de Sudamérica se les dice a los niños que con el oro y la plata que robamos los españoles, se podría construir un puente de plata desde Quito, Lima o La Paz hasta Cádiz. Y sin embargo, se obvian otras aportaciones de gran calado.
– En la escuela nos decían que los peruanos eran nuestros enemigos porque invadieron Ecuador y nos impusieron sus costumbres desde la época de los incas. Todo eso se derrumbó cuando conocí en Cuba a una familia peruana que me ayudó mucho. Al principio desconfiaba. Si seguimos levantando muros responsabilizando a alguien no vamos a ningún lado. Mantener esas heridas abiertas es lo peor.
– Pues en España hemos actualizado la Ley de Memoria Histórica como Ley de Memoria Democrática, una iniciativa del gobierno de Zapatero que el presidente Sánchez mantiene muy viva.
– Me parece que es mantener las heridas abiertas. Hay que intentar cicatrizarlas, construyendo una sociedad más humanista, más integradora.
– El movimiento indígena no toma conciencia como tal en Ecuador hasta bien entrado el siglo XX, gracias a los sindicatos y los partidos políticos. Algo más tarde que en Bolivia y Perú. ¿No es así?
– En 1992, cuando se celebraban los 500 años del descubrimiento, el indigenismo en Ecuador estaba más avanzado en sus postulados que en Bolivia y Perú. Pero le explico. Habíamos puesto sobre la mesa el cambio de Constitución, un cambio estructural y el reconocimiento de los derechos del pueblo indígena. En Perú, el indigenismo no ha acabado de consolidarse. Se perdieron en una lucha de campesinos y se olvidaron de la cuestión indígena. Por otro lado, los bolivianos estaban muy sindicalizados, convirtiendo su lucha en una reivindicación gremial. En cambio, nosotros fuimos a cuestionar, a dar la vuelta al concepto de Estado nación. Bolivia llegó a tener un presidente indígena, pero inspirado en nuestra lucha. Lamentablemente, ocurrió lo que yo vaticinaba. En Ecuador, bajo el bum petrolero, el movimiento estudiantil de los 70 prostituyó a sus dirigentes, que se rindieron al poder económico. Lo mismo le ocurrió al sindicalismo. Fue un movimiento obrero, exigente, de enorme presión reivindicativa de políticas sociales, pero se vendió por prebendas. El movimiento indígena cometió los mismos errores que el movimiento estudiantil y el movimiento obrero. No me equivoqué. Se vendieron a la lógica del poder del Gobierno del militar Lucio Gutiérrez, en el 1993, en plena efervescencia del chavismo en Venezuela. Hubo una fractura del movimiento indígena Pachakutik a raíz de ciertos nombramientos. Pienso que debemos retomar el verdadero espíritu de esa lucha. Hay una tarea de por medio. Tenemos la capacidad de ser Gobierno y de llegar a un cambio estructural en Ecuador.
– Qué le pareció la etapa de Rafael Correa. Muchos analistas políticos coinciden en afirmar que polarizó al país, algo parecido a la España de Zapatero y Sánchez.
– Sí. Con Correa ocurrió lo mismo. Tiró por tierra muchos de los avances de etapas que le precedieron. Llegó en un momento convulso marcado por la inestabilidad de los nueve gobiernos anteriores. Correa pensó que con su nueva Constitución, en 2008, iba a cimentar un sistema socialista. Él no pertenecía al movimiento estudiantil ni al obrero ni tenía orígenes indígenas. El discurso antisistema le sirvió, pero carecía de una estructura y una visión de cambio más allá de confundir a Simón Bolívar como un luchador en la construcción del socialismo. No tenía ideas claras de Estado en materia de salud, educación o en desarrollo económico. Creó un estado de corrupción favoreciendo a grupos de poder y al narcotráfico. Un camino rápido para hacerse millonario defraudando al Estado. Correa no fue un gobernante adecuado, porque generó mayor caos y conflictividad. En época de bonanza, cuando el barril de petróleo estaba a 100 dólares, contaba con un enorme presupuesto. Se estima que de los 300 mil millones de dólares que manejo, al menos 70 mil millones se perdieron en manos de muchos de sus amigos y seguidores.
– Guillermo Lasso tiene muchos retos por delante. Siendo banquero y empresario, ¿no cree que le será complicado aplicar su ideario liberal en este momento? Y más aún si tenemos en cuenta la fuerte presión que están ejerciendo las ideologías globalistas en la región. A Chile me remito.
– En 2012, cuando acepté participar en alianza, aunque nunca me afilie a su partido político (CREO), me parecía la opción más acertada para enfrentarse a toda esa mentira del seudosocialismo, y que podíamos demostrar que en el país se podía dialogar sin llegar a los extremos. Tenía una propuesta de gobierno de centroderecha, con un Estado eficiente que manejara bien los recursos y con políticas en beneficios de emprendedores y jóvenes profesionales que podían aportar mucho al desarrollo del país. Esperemos que pueda cumplir esos postulados sin mayores inventos y sin tratar de cambiar en cuatro años lo que otros no han podido hacer durante mucho tiempo. Que sea prudente, coherente, que sea disciplinado con el ejercicio del manejo fiscal y no cometa barbaridades que le puedan pesar y despertar el malestar popular. El problema es que la gente quiere ver pronto los frutos de una gestión política y eso no es posible. Debemos partir de una lógica de crisis y austeridad y hacer frente a los retos. Va a depender de él.
– Es indígena y combina el modelo occidental en su acción de gobierno.
– Desde luego. Creo que he demostrado haber logrado equilibrios en todos estos años de ejercicio. El municipio de Cotacachi tiene un 45% de población indígena, un 5% de negra y el 50% de población mestiza. Y, sin embargo, he aplicado políticas que nos benefician a todos. Lo he demostrado sin apasionamientos ni tacticismos electorales. Es una propuesta para que todos salgamos beneficiados. Venimos de una política que no escuchaba a la gente. Lo que hemos hecho es girar las sillas, escuchar, proponer ideas de cambio y políticas que nos beneficien a todos
– De su etapa de estudiante en Cuba, dice que no regreso comunista.
– No es correcto aplicar ideologías extremas. Aquellos de derechas que creen que el sector privado lo va a resolver todo están equivocados, y los que creen que la izquierda y el Estado es la solución, también. Ya lo hemos visto en el país y no funciona. Hay que dejar a un lado la ideología y llegar a acuerdos democráticos básicos y de derechos, con un modelo económico que funcione, que sea dinamizador. Me identifico con un pensamiento de centro, donde el sector público y el privado puedan darse la mano. Puede ser algo muy positivo para nuestra sociedad.
– Sin embargo, sí dijo que se sentía «guevarista». Explíquese.
– Por orden de admiración tengo primero a Jesucristo. Me parece un tipo coherente con la prédica y la práctica. Soy católico. Me considero humanista en el sentido de respeto al ser humano, al prójimo, a la naturaleza. Después admiro la figura del inca Rumiñahui, porque su predecesor Atahualpa era un blandengue muy ingenuo. Quien realmente opuso resistencia fue Rumiñahui. Y, por último, el Che Guevara. En ese orden. Pero no reivindico todo el papel del Che, que tuvo muchos excesos. Me quedo con su frescura, cuando de joven renuncia a su profesión, a su círculo social, para abrazar un ideario. Me quedo con todo lo que aplicó como voluntario en la construcción del socialismo en Cuba, gracias a lo que aprendió en su recorrido por los pueblos indígenas. Pero suscribir un sistema político como el de Cuba en Ecuador es impensable porque somos dos realidades distintas.
– Qué opina del socialismo del siglo XXI.
– Muchos de los dirigentes históricos cubanos con los que mantengo conversaciones me cuentan que no están de acuerdo con ese ideario. Se preguntan dónde está el socialismo del siglo XX. El socialismo del siglo XXI es un invento de Chávez y el Foro de São Paulo. Ha avanzado mucho en la región porque recoge el descontento de muchos jóvenes que piensan que están haciendo algo diferente. Los dirigentes cubanos históricos piensan que ha sido un error y coincido con ellos.
– ¿Entonces Correa…?
– Recuerdo que en la toma de posesión de Correa, Aleida, la hija del Che, me dijo: «No me cuadra». Pues hasta le robó la frase de su padre, como si fuera suya, y que repetía siempre al acabar sus discursos. La frase era: «Hasta la victoria siempre. Patria o muerte», pero Correa decía: «Hasta la victoria siempre». También nos copió la indumentaria étnica e incluso se ponía un pañuelo rojo anudado al cuello. Todo en Rafael Correa fue una farsa.
– Y qué me dice del Grupo de la Puebla
– Pienso en ejemplos tan patéticos como Venezuela, que no han resultado ni han solucionado la problemática social. Esperemos que aprendamos el resto de los países. Nunca hemos visto deambular a seis millones de venezolanos por la región. Eso no es por una política exitosa precisamente. Son políticas absurdas. No es una teoría bien trabajada y pienso que nos puede estallar a todos en la cara.
– Su modelo de gestión es ampliamente reconocido dentro y fuera de Ecuador.
– Pienso que el éxito ha estado en la planificación. He sido siempre muy crítico con los gobiernos nacionales y subnacionales que han confiado demasiado en los asesores de capitales extranjeros y sus teorías, que no suelen corresponderse con la realidad. Confío mucho en la planificación. Pensar que la agricultura será la sustituta de la actividad petrolera es un error. Debemos trabajar la formación en agroindustria, en el turismo, como lo ha hecho Costa Rica para dinamizar su economía. Abordar proyectos hidroeléctricos y energías renovables y, sobre todo, incluir a todos los actores posibles y tener las reglas del juego claras.
– Si el presidente Guillermo Lasso lo llamara de nuevo para formar parte de su ejecutivo, ¿se iría con él?
– (Risas) Tal vez sí. Podría colaborar en alguna línea, pero desde mi gobierno local ya estoy colaborando con el país (risas).
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría sólo incluye cookies que garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.