Toros en Sevilla: No siempre es fiesta y menos con Juan Pedro, que no sirve para repetirla ni para redimir
Pablo Aguado cortó una oreja aunque sigue generando dudas. Ginés Marín se llevó otro trofeo en la última de San Miguel 2022

Pablo Aguado trata de dar un pase al infumable sexto de la tarde.

Porque esos dos deseos llevaban en la cabeza los aficionados que se acercaron al Arenal a ver la tercera y última de San Miguel 2022. Deseo de ver a Morante repetir lo hecho el viernes y más que deseo, suspiro por la redención de Pablo Aguado, torero de Sevilla, que no ha cuajado una temporada digna de mención. Y no pasó ni una cosa ni otra, algo lógico estando de por medio para ser juez y parte un encierro de Juan Pedro Domecq. El tercero en discordia en la Maestranza para el casi cierre de temporada, el buen torero extremeño Ginés Marín, que venía de lograr un trofeo en la pasada Feria de Abril y tal vez fuera el que más partido sacó a esta corrida.

Ficha de la corrida

Como ya hemos comentado en alguna otra ocasión, ni el más mínimo derecho al pataleo. Si esta ganadería aparece ¡¡¡3 VECES, 3!!! en el abono es porque los que torean la quieren. Punto. De hecho, estos tres torearon las dos anteriores, Morante y Aguado el Domingo de Resurrección y Marín la del martes de Farolillos.
El más esperado, Morante, pechó con el peor lote. El primero debió ser devuelto, destacando en su invalidez una mano izquierda que se doblaba más que de risa. Sin fondo, se daba la vuelta rápido y llegó a la muleta sin querer ni embestir. El de la Puebla se limitó a enseñarlo para irse rápido a por la espada de matar y pasaportarlo de estocada y descabello. El cuarto, manso aunque sin excesiva querencia a las tablas, no quería pelea, sólo defenderse y se hartó de dar cabezazos. Que Morante estuviera desesperado no justifica un infame bajonazo que hizo guardia, aunque sirvió para viéramos un peculiar descabello con el toro con la cabeza alta.
Ginés Marín, protagonista esta temporada por su percance y fotos en Madrid, trató de aprovechar lo poco que tenía el segundo. El buen trasteo de inicio, bonito cambio de mano incluido, dio paso a varias buenas series por el potable pitón derecho, base de la faena, aunque hubo remates con destacables naturales bajos. A pesar de todo, siempre dio la impresión de que la faena no acababa de romper definitivamente. Remató con unos buenos doblones para poner al animal en suerte y pasaportarlo con media muy efectiva arriba que le valió una oreja.
Pablo Aguado debería hacer algo con su carrera, estancada a tenor de lo que nos ha ofrecido esta temporada. Ayer no fue distinto. Y no es que estuviera por debajo de su primero, el único que le ofreció algo, ni mucho menos. Es que no estuvo muy por encima. Y debió. Dio algunos pases sueltos con el gusto que acostumbra pero no cerró ninguna tanda, siempre pasaba algo: un enganchón, dos pasos mal perdidos… No fue hasta el final cuando halló por donde llevar la faena. Se colocó de frente para dar la primera y única serie por la derecha redonda, limpia y, ya con la espada de matar en la mano, regaló unos soberbios naturales uno a uno antes de recetar una buena estocada. ¿Suficiente para la oreja que se le concedió? Él estaba contento y, al parecer, el público también.
El quinto juampedro no aguantaba tres muletazos de Marín seguidos y el sexto, bronco y desagradable, mostró a un Pablo Aguado voluntarioso, pero a contraestilo.
Acaba la Feria de San Miguel y casi (queda el festival del 12 de octubre en beneficio de la Bolsa de Caridad de la Hermandad del Gran Poder) la temporada taurina 2022 en Sevilla, la de la vuelta a la normalidad. Como hay que decirlo todo, enhorabuena a la empresa Pagés por estos tres días que tanta ilusión han generado en la afición. Y le pedimos un favor: que piense tres veces antes de contratar tanta juampedrada, que luego el personal se le aburre, joé.




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