Los sevillanos llegan hoy, Viernes de Dolores, al final de una Cuaresma de carácter extraordinario y ceñida a las normas sobre restricciones de movilidad, aforos en los templos y horarios de celebraciones. Entre los actos tradicionales que hubieron de celebrarse de un modo desacostumbrado hay que destacar el del Vía Crucis de todas hermandades, que a posta y para evitar el traslado de una imagen hasta la Catedral estuvo presidido por el Cristo de la Corona, cuya sede canónica es la Parroquia del Sagrario. No pudo haber solución más acertada que esa, porque premeditadamente fue elegida por el Consejo la imagen que de antemano ya estaba dentro de la Catedral y no necesitaba salir a las calles.
Con el Domingo de Ramos en puertas, los sevillanos afrontan la suspensión de su segunda Semana Santa. Por mucho que el arzobispo haya hecho hincapié en que los cultos internos, más que las procesiones, favorecen la reflexión cristiana de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, miles de personas en Sevilla no conciben como tal una Semana Santa sin pasos en la calle. Igualmente rechazan la idea de Asenjo acerca de que al no tener que preparar las hermandades sus salidas procesionales, se evita para ellas distraerse de lo fundamental. Casi nada le han dicho a Sevilla, que lleva en su corazón tantos caminos de fe en Dios emprendidos gracias a las cofradías antes que al clero y a sus aburridas y tediosas ceremonias. Con Sevilla ha topado el arzobispo, no Sevilla con la Iglesia. La experiencia de fe en Dios que propicia la Semana Santa de Sevilla con sus pasos en la calle, resulta inigualable para miles de sevillanos y personas venidas desde todas partes en comparación con todo culto interno y asistencia a los oficios del Jueves y Viernes santos.
Por eso los sevillanos, a Viernes de Dolores y con el Domingo de Ramos a la vuelta de la esquina, se acogen y amparan en sus cofradías durante estos días difíciles de la suspensión de su Semana Santa. Las hermandades se ofrecen cálidas montando altares especiales y hasta pasos que colmen lo más posible la necesidad de veneración de los devotos a sus sagradas imágenes.
En el templo de Los Terceros es digno de verse sobre el presbiterio el misterio completo de la Sagrada Cena dispuesto a la manera pictórica del universal y renacentista Miguel Ángel. Y contemplar en un altar lateral, al final y a la izquierda de la nave central, la exquisitez con la que ha sido vestida la Virgen del Subterráneo, quedando frente a ella y en otro altar a la derecha el Cristo de la Humildad y Paciencia.
En la Colegiata del Divino Salvador se estaba instalando ayer -ya lo estará hoy- el lugar donde el Cristo del Amor va a celebrar su besapié o acto de veneración. La Virgen del Socorro ocupaba mientras tanto una capilla, adjunta a las dependencias de la Hermandad, vestida maravillosamente siguiendo de forma indudable el modelo único establecido por la Virgen de las Aguas, de la Hermandad del Museo.
En la Parroquia de San Pedro las imágenes del Cristo de Burgos, Madre de Dios de la Palma y San Juan evangelista presiden el altar mayor, que parece incorporarlos como si fueran parte de su alto retablo, culminado con las hornacinas de la Inmaculada y un crucificado. Recomendable de visitar. Precioso. De categoría.
La tarde de este Viernes de Dolores atípico para Sevilla, mordiéndose las ganas de haber presenciado hoy mismo la salida de sus primeras hermandades en los barrios, se espera animada de gente que discurrirá de un lugar a otro del centro buscando el consuelo en los templos para sentirse cerca de sus devociones.
Fotografías de Beatriz Galiano