Mientras el presidente de Francia, Enmanuel Macron, descubre de repente los peligros de la inmigración ilegal después de conocer que los atentados más recientes fueron cometidos por musulmanes que entraron de forma irregular a través de la isla italiana de Lampedusa y llama a revisar de inmediato el cierre de las fronteras externas del espacio Schengen para poder sustentar la libertad de movimientos en Europa, la España peninsular e isleña se han convertido ya para los inmigrantes magrebíes y subsaharianos en un puro cachondeo…
El tráfico de subsaharianos, principalmente en las Canarias, aumenta casi a diario y ya van más de 10.000 en apenas unos meses con jornadas en que más de mil han desembarcado en inmensos cayucos dispuestos a ser alojados en hoteles de lujo, recibir una paga y toda clase de atenciones en mitad de una crisis en la que millones de españoles permanecen desasistidos.
No hay una sola noticia que hable o mencione situación de hambruna de los recién llegados o que aconseje el estatus de refugiado por causa de conflicto bélico, político o similar. Son, simplemente, un verdadero ejército de acomodados en sus países de origen que vienen a la caza y captura del despilfarro suicida emprendido por un gobierno cuya irresponsabilidad, dejación y desquiciamiento amenaza la estabilidad de todo un país en una operación que recuerda “la marcha verde” emprendida por Marruecos aprovechando la crisis política española a la muerte del jefe del Estado.
Llegan sin control sanitario de ninguna clase y no son sometidos a confinamiento alguno, mientras los españoles se ven obligados a medidas cada vez más drásticas en aras de protegernos de la expansión de la pandemia que sigue matando a miles de personas cada mes.
Pero no sólo es Canarias, también las islas Baleares y el Levante español, desde Argelia, todo el sur de Andalucía, desde Marruecos, además de Ceuta y Melilla, están recibiendo el impacto brutal de una inmigración irregular que ridiculiza al gobierno de Pedro Sánchez, deja al ministro Marlaska como el tipo más irresponsable que ha pasado por su Departamento desde el inicio de la democracia y señala a los políticos que apoyan la disgregación de España como verdaderos valedores de toda esta invasión connivente.
En Ibiza, la llegada de una lancha con una docena de magrebíes a bordo, tan ricamente, termina con el desprejuiciado y tranquilo desembarco de sus ocupantes, una pandilla que se pone a lanzar cohetes celebrando su arribada como si vinieran de fin de semana a la discoteca Pachá. Nadie les espera, salvo los ocasionales paseantes que no dan crédito a lo que ven: “¡Manda huevos!”, aciertan a decir, perplejos y asombrados.
En otro video, lo que podríamos denominar una banda aún más numerosa de ‘cayetanos’ y ociosos magrebíes, con gafas a la última moda, ropa seca y actitud de parranda de ‘raï’, el reggaetón de origen argelino, llega a las Canarias y relatan en su video el cómodo deambular de su paseo marítimo a los hoteles de cuatro o cinco estrellas que pagamos los españoles y que restan al sistema los recursos que miles de familias no reciben.
Un gobierno tan irresponsable que permite todo esto e incrementa con ello la expansión de la trágica epidemia, merece ser juzgado ante los tribunales por su demagogia y el daño causado a toda la nación. Parece que sólo Europa será capaz de poner freno a la dislocada carrera emprendida por el gobierno de Sánchez que nos conduce a todos al precipicio.
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