Entrevista a Rodríguez Manfredi. El sevillano investigador principal de MEDA, la estación medioambiental que viaja camino de Marte
"En la NASA he aprendido a gestionar el riesgo y la incertidumbre de manera muy distinta a la que culturalmente estamos acostumbrados a utilizar en España"

José Antonio Rodríguez Manfredi es sevillano, doctor ingeniero de Telecomunicaciones e investigador principal de MEDA, la estación medioambiental que viaja camino de Marte a bordo del vehículo Mars Rover Perseverance.  

– La actualidad obliga. Qué opina sobre el siniestro del satélite español SEOSAT- Ingenio

– Es muy frustrante. Aunque no he participado en el proyecto, cuando te enteras de noticias como esta, sabiendo el enorme sacrificio que hay detrás y la cantidad de gente que ha estado trabajando duro durante tanto tiempo, es una pena. Por otro lado, lo tenemos muy asimilado porque sabemos que el riesgo es muy alto, pero forma parte de lo que hacemos. 

Estas cosas ocurren y seguirán ocurriendo. Pero dígame, ¿cómo manejan ustedes la incertidumbre?

– Siempre he dicho que es una diferencia cultural. En todos los años que llevo trabajando con la NASA he aprendido una dinámica de gestión del riesgo y de la incertidumbre muy distinta a la que culturalmente estamos acostumbrados a utilizar en España. Cada paso en el desarrollo de una misión está perfectamente pensado, se hace pasito a pasito, buscando vías de solución y planes de contingencia, pero asumiendo el riesgo y la incertidumbre y no rechazándola. Así es como se puede poner a un hombre en la Luna o un «cacharro» sobre la superficie de Marte. No diciendo esto es una tontería o esto no se puede hacer. Eso lo que te lleva es a que nunca lo emprendas. Merece la pena que todo lo que se quede por el camino se quede, pero en beneficio para nuestro país. Esa es la visión. No quedarse parados por el miedo. El fracaso es una de las posibilidades, pero no te puede echar para atrás. El límite es lo que nos hace evolucionar como especie y aporta retorno. 

La NASA aseguró en octubre que hay agua en la Luna. ¿Afectará este hallazgo a los proyectos de Marte?

– No, al contrario. Esto es una motivación adicional. El hecho de contar con ese recurso nos va a facilitar mucho las cosas de camino a Marte. Va a provocar que todo se aceleren y tengamos que correr un poco más. Nos puede ayudar a crear una base en la Luna que nos puede servir para establecer un punto intermedio con toda una clase de recursos que nos van a ayudar mucho.

Volvamos a la Tierra. Qué le fascinó tanto del cielo estrellado de su Aznalcázar natal para que un día decidiera dedicarse a esto.

– Recuerdo que en la carretera de Pilas había un restaurante donde íbamos con mucha frecuencia cuando era pequeño y que el cielo era muy oscuro, lo miraba y veía esos puntitos blancos y me decía: yo quiero ir. Siempre me ha enamorado mucho el espacio. Veía las películas de la época y todo eso era un sueño para mí que hoy en día puedo decir que se ha hecho realidad. 

– Me cuentan en su pueblo que era un chico que siempre estaba estudiando y era raro verle jugar en la calle como al resto de los chavales.

– Es verdad. Tengo que confesar que en mi etapa de estudiante era bastante introvertido aunque tenía y tengo mis buenos amigos, pero es cierto que no me prodigaba mucho por las calles. Quizás encontraba más consuelo o comodidad en los libros, los ordenadores y todo eso. 

– Hablando de Educación. ¿Echa en falta en el curriculum escolar ciertos conocimientos como los relacionados con su espacialidad? 

– Creo que hay que incidir un poco más en la capacidad de pensar y en la capacidad de razonar. En el espíritu crítico, que cada uno pueda obtener sus propias respuestas y no dejarnos llevar por las cosas que nos dicen. He sido siempre un defensor de la Filosofía y las religiones. Es necesario tener una formación completa y las herramientas necesarias para poder pensar por nosotros mismos con independencia del conocimiento que se adquiera.

– Dígame, de todos estos elementos cuál o cuáles fueron determinantes en su aprendizaje: ¿emoción, inspiración, esfuerzo, talento, curiosidad, visión?

– Al final todos juegan un papel importante. La curiosidad y el esfuerzo son esenciales. Y la perseverancia también, porque está incrustada en nuestro código genético y es la piedra angular para evolucionar. Por eso bautizamos con ese nombre a la misión. 

– ¿Echa algo de menos de aquel tiempo de juventud o el esfuerzo ha merecido la pena?

– No echo nada de menos porque cada momento lo viví con la suficiente intensidad como para que no afectara a mi personalidad. Aunque siempre es inevitable que eches algo de menos al mirar atrás y recuerdes cosas con la añoranza idealizada. Lo que he vivido es lo que me ha hecho ser lo que soy ahora. Como decía Machado: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar».

– Dice que de niño siempre le gustaba «cacharrear». ¿De ahí le viene su afición por la robótica y otros ‘cacharros’?

– Sí. Trabajar con las manos ha sido siempre algo que me ha gustado mucho. Me permite ponerme a tierra. Me gusta la cocina, porque también hago cosas con las manos. Me gusta trabajar la madera. Todo lo que implique trabajar con las manos, y menos con la cabeza, sentir y tocar, me pone a tierra con el mundo. 

– ¿Le veremos algún día en política como a su colega el ministro, Pedro Duque?

– Creo que no. Conozco a Pedro Duque y sé que lo quiere hacer todo con la mejor fe, pero en política hay que ser político. En algunas ocasiones me lo han pedido y he podido esquivarlo. Me veo más en una gestión técnica, pero no en política.

– ¿Y diseñando instrumental para los nanosatélites de la agencia espacial catalana NewSpace?

– Cualquier oportunidad en ese sentido puede ser interesante, ya sea catalana, de los Emiratos Árabes o de la Agencia Espacial Europea. No me gusta mezclar la política con estas cosas como se trata de hacer. Todo esto debería entenderse por el bien de la Humanidad, por el bien de la sociedad y nuestro bienestar.

– ¿Qué siente sabiendo que algo ideado por un sevillano de Aznalcázar va camino de Marte? 

– Este es el tercero. Esa sensación ya la sentí. Soy el investigador principal de este. Realmente, cuando desde Cabo Cañaveral tuve la oportunidad de ver cómo se levantaba el cohete con el instrumento REMS (Rover Environmental Monitoring Station) en Curiosity, en 2011, no se puede ni imaginar el lote de llorar que me pegué. No sólo por ver cumplido ese sueño de niño, sino porque una parte de ti se va a otro planeta. Tanto esfuerzo, tanto sacrificio. Todo eso es algo que lo haces porque crees en todo lo que nos va a reportar. Por eso digo a veces en broma que soy un poco marciano, tengo tres trozos de mi vida en la superficie marciana.

– Usted y otros científicos demuestran que en España hay talento y, sin embargo, muchos jóvenes se ven abocados a buscarse la vida fuera. 

– Es muy frustrante ver que hay gente muy buena y que termina yéndose. Yo me lo he planteado muchas veces. En mi campo se suele decir que uno tiene que pedir tres proyectos para que te presten atención. Es una métrica que utilizamos para que finalmente te concedan uno. Yo he tenido suerte, porque este es el tercer instrumento. Tres de tres. Al final terminas marchándote. Conozco muchos casos de gente que se ha tenido que marchar porque enganchan al talento y te ofrecen condiciones que aquí no consigues. La misma labor que yo hago, y no hablo de sueldo, si la hiciera en Estados Unidos… Es el reconocimiento. Hay muchísima gente buena que por desgracia se tiene que ir.

– En qué momento de la gestación nos encontramos, porque tengo entendido que un viaje a Marte dura lo mismo que un embarazo.

– (Risas). La fecha del parto ya está fijada: será el 18 de febrero. Está fijada porque el doctor, el ginecólogo y la enfermera han de saber que ese día a las nueve de la mañana han de estar en el quirófano, para que entienda la comparación. Todos los satélites que van a estar controlando la entrada y van a estar encima para la recepción y el envío de datos, toda esa coreografía, está prevista. Durante muchos meses hay que estar ajustando la trayectoria de los satélites para que finalmente estén en la posición que tú quieres. Es por eso que la fecha de aterrizaje es fija. Se han recorrido aproximadamente 275 millones de kilómetros de los 470 millones que Perseverance tiene que recorrer en su viaje a Marte, y estará a unos 60 millones de kilómetros de la Tierra, a la velocidad de 47.800 kilómetros por hora.

– Oiga, ¿lo de «los siete minutos del terror», lo ha registrado ya alguien en Hollywood? Se lo digo porque como título para una peli … 

– (Risas). Estoy seguro, conociendo como son los americanos. Se pasa muy mal. Te pones de los nervios. Son siete minutos en los que no puedes controlar nada, solo recibir datos, ver las secuencias programadas, pero no puedes actuar. Solo comerte las uñas. Cuando el vehículo entra en las capas altas marcianas, a unos 150 kilómetros sobre la superficie, viaja a 21.000 kilómetros por hora y tiene siete minutos para posarse sobre la superficie. Esto significa que el sistema tiene que ser lo suficientemente inteligente para que, independientemente de las circunstancias atmosféricas y de velocidad, el ordenador de abordo lo haga todo solo. De ahí los siete minutos del terror.

– Elija: Descubrimiento de América, llegada del hombre a la Luna o colonización de Marte.

– Cada uno tiene su sentido, pero me quedo con estar sobre Marte. Porque los otros dos pertenecen al pasado y hay que mirar hacia delante. 

– Ni usted ni yo lo conoceremos, pero ¿logrará la Humanidad tener en Marte hermosas zonas de pinares como las que hay en su pueblo?

– Eso es muy complicado dadas las circunstancias actuales. Marte está degenerando como planeta, ya que se está enfriando. Un planteamiento que se puede llevar a cabo es crear una colonia bajo una cúpula donde se pueda cultivar. Pero hacer otro tipo de cosas más allá significa «terraformar» las condiciones para la vida en un planeta como Marte. Sería cambiar lo que es Marte ahora. Para bien o para mal, Marte es Marte. Pienso que deberíamos cuidar también lo que tenemos aquí.

– Ahora que no nos oye nadie: ¿«encarnao» o «angustiao»?

– Nunca me he sentido de ninguna de los dos, Mi madre se ha sentido más de la Virgen de la Encarnación, pero yo siempre he sido rociero.

– Realmente, ¿quién lidera hoy la carrera espacial? Da la sensación de cada uno va por su lado: China, Rusia, Europa, EE. UU. Emiratos Árabes…   

– Es cierto.  Aunque también hay algo de guerra mediática y Guerra Fría en todo esto. Muchos países se están planteando crear una exploración de Marte y del sistema solar de una manera colaborativa. Y esa colaboración es esencial para dejar de dar pasitos pequeñitos y poder hacer algo de gran envergadura. Un ejemplo es el proyecto en el que están trabajando de manera conjunta la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA a nivel de exploración marciana, como es el retorno de muestras Mars. Traer muestras de Marte a la Tierra. Es algo muy complejo.

El robot Perseverance que va camino de Marte es la primera etapa. Recogerá muestras, pero las va a dejar allí. Las misiones futuras, que son en las que ya se está trabajando, pondrá sobre la superficie del planeta rojo un cochecito que recogerá las muestras y las llevará a un cohete que se disparará, saldrá de Marte y se encontrará con un satélite orbitador que será el encargado de traer esas muestras a nuestro planeta. Esto es tremendamente complejo y se está abordando desde la perspectiva colaborativa entre ambas agencias.

– Por último, entre tanto cálculo matemático y tecnología, ¿le queda hueco para la filosofía?

– Leo todo lo que puedo. Creo que es un sustrato esencial que ha permitido replantear muchos planteamientos científicos. Es algo que no es indivisible de la ciencia. El cambio de paradigma en el siglo XX con la teoría de la relatividad y la física cuántica no deja de ser algo muy kantiano. No creo que esté tan desacoplada la filosofía de la ciencia en el contexto actual en el que nos encontramos.




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