Cientos de personas -pareció a primera vista que menos que el año pasado- presenciaron el desfile del pasacalles “Abismos” cruzando la Avenida de la Constitución, en sus dos sesiones de cinco y siete de la tarde.
A pesar de que el Ayuntamiento de Sevilla se esmera en disimulos para maquillar que la ciudad sigue bajando en población empadronada, los datos navideños de afluencia de público en las calles no ocultan los números más ciertos, como que los hoteles sólo han alcanzado el 80% de ocupación, por mucho que algunas informaciones, que parecieran afanarse en un complot con el Gobierno municipal, hablen de lleno absoluto.
El pasacalles ha podido verse con comodidad, haciéndose la gente sitio a última hora y a punto de pasar la mini cabalgata, pues había huecos y vacíos suficientes para ubicarse con el tiempo justo, sin necesidad de esperar con antelación, como ocurriera el año pasado.
En cualquier caso, tanto niños como mayores han disfrutado de este espectáculo muy al estilo aconfesional del Ayuntamiento -como el espantoso y ruidoso concierto de rock el día de la inauguración del alumbrado navideño-, un estilo que nada tiene que ver con el origen religioso de estas fiestas. Pero se ve que al Ayuntamiento le va paganizarlas en la medida de lo posible, por más que también use disfrazarse de formas ortodoxas instalando el portal de Belén bajo el Arquillo del edificio consistorial.
El pasacalles dura unos minutos, en los que se tiene la ocasión de ver discurrir una fantasía sobre el mundo marino, con figuraciones de medusas y peces gigantes, en un montaje francés de la compañía Remue Ménage. La organización se debe al Ayuntamiento en colaboración con el Acuario de Sevilla.
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