Capítulo V. LOS PLANETAS ALINEADOS
Han pasado ya nueve semanas desde que el Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes (GHEPI, por sus siglas en inglés), laboratorio de investigación biomédica de primer nivel perteneciente a la Icahn School of Medicine del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, con sede entre la 5ª Avenida y Madison, frente a Central Park, urgiese a una institución española encargada de la conservación del Parque Nacional de Doñana para que le proporcione en el menor tiempo posible tejido celular de dos ejemplares de murciélago rinolofo, especie endémica fácil de encontrar en el interior del Parque o en sus inmediaciones.
Nueve semanas es casi el tiempo de gestación de una ‘murciégala’, de modo que estamos a punto de asistir a un cambio generacional entre estos pequeños mamíferos voladores y el enredo de la burocracia española parece haberse congelado, atrapada en un marasmo colosal de permisos y organismos superpuestos, interdependencias administrativas, demoras en los despachos, dilaciones sin cuento en las canastillas metálicas de las secretarias de distintas entidades, llamadas y respuestas a la espera, informes inacabados, exigencia de estudios de impacto medioambiental o de género, derivas presupuestarias, coordinaciones infinitas, sellos desaparecidos, firmas inauditas y, como siempre, la cancioncilla eterna de fondo con el “vuelva usted mañana”…
A Pepelu hoy le duele la cabeza y se encuentra a punto de rendirse y de tirar la toalla. Casi tres meses lleva confinado en esta fase inicial de la pandemia y teletrabaja para la Estación Biológica desde su casa, pero ya ha perdido la cuenta de la infinidad de gestiones realizadas y de organismos implicados para una simple operación vinculada a un proyecto de investigación urgente de una de las grandes entidades científicas que podrían desarrollar estudios esenciales y ayudar a resolver esta catástrofe global.
Nadie puede calcular el coste en dedicación y horas de trabajo para algo tan aparentemente simple, importante y urgente pero que se ha transformado en una maraña de gestiones políticas y administrativas que precisaría del mismísimo Batman para sacarla de esta charca de papel inservible, convertida a estas alturas en un lodazal.
Mientras tanto, suena el teléfono en la oficinas del Parque y esta vez es una voz afable, desenfadada, satisfecha y sonriente de alguien que se identifica como Adolfo y pregunta por un tal Norberto, un empleado ocasional que desarrolla tareas primarias de campo para el instituto de conservación.
Norberto no está en ese momento, pero el oficinista que le atiende contesta que debe andar en las inmediaciones, quizá afanado en reparar algunos daños en un establo o reponiendo unas mallas de protección contra los mosquitos en la casa grande.
– Mando a buscarlo, no se retire, aunque puede tardar unos minutos… ¿Quién le llama?
Al otro lado de la línea telefónica, Adolfo hace por identificarse, conciso y con brevedad. Llama desde Nueva York, dice en un perfecto castellano (de Burgos, para más señas), desde un laboratorio biomédico especializado que aguarda desde hace dos meses y medio noticias sobre un envío de tejido celular de murciélagos rinolofos y explica que desea contactar con su amigo Norberto, al que conoce de sus veranos en la zona. Aunque él y su mujer son burgaleses, explica, poseen una pequeña casa de verano en la costa gaditana y en su tiempo de ocio comparte con Norberto muchas horas en la barca donde salen a pescar juntos, a veces al curricán, otras al hilo…
El oficinista empieza a sospechar que la llamada del anónimo burgalés afincado en Nueva York es algo más que una llamada de un amigo y aventura en su imaginación que está asistiendo al inicio de alguna clase de tormenta que les va a traer algún dolor de cabeza con los jefes… Al fin, la voz del burgalés añade:
– Soy uno de los directores de este laboratorio en Nueva York y quería interesarme por saber cómo va lo del envío solicitado, porque me consta que si en lugar de gestionarlo de manera oficial, se lo hubiese pedido a Norberto, hacía semanas que habrían llegado aquí…
La intuición no le ha fallado y el oficinista tiene ahora la certeza absoluta de que el asunto ha entrado en el canal fatídico de colisión inminente, lo cual podría provocar una explosión de dimensiones desconocidas.
La noticia de la llamada de Adolfo, co-director del famoso laboratorio neoyorquino, a las oficinas del Parque recorre a toda velocidad como un reguero de pólvora todos los estratos y escalones de las administraciones estatales y autonómicas implicadas desde hace dos meses y medio en resolver (o atascar, según se mire) la solicitud internacional planteada.
La voz de alarma ha cundido y ahora estalla y rebota altisonante entre las paredes de múltiples despachos y reverbera en todas direcciones dentro de las líneas telefónicas de organismos y departamentos dependientes de varios Ministerios y gobiernos.
El Comando Aéreo de la US Navy para el Sur de Europa mantuvo en alerta durante dos meses, día y noche, a una tripulación completa de un AM-300 para el traslado urgente hasta Nueva York de una misteriosa nevera que contendría los diminutos restos vivos de tejido celular de dos murciélagos traídos desde Doñana, pero la propuesta finalmente fue desechada en beneficio de un prurito que se difuminó en un mar de incompetencias y demoras inexplicables que ahora mantienen en un océano de confusión e indecisiones a cuatro o cinco Ministerios y a una ristra de organismos que de repente tratan de alinear los documentos exigibles oportunos para la inmediata salida de las muestras solicitadas.
A toda prisa, esta vez en menos de 12 horas, tras la alerta máxima recibida por una llamada casi anónima al Norberto de un amigo en Nueva York, decenas de funcionarios han tocado a rebato y ha sonado la voz de “¡maric… el último!” en comunicar a los Ministerios de Defensa, de Exteriores, de Sanidad, de Transición Ecológica, etc., que todos tienen ya sellados y firmados los respectivos documentos pertinentes prestos a embarcar junto al frígido ‘ataúd’ que contendrá los restos medulares vivos de dos animalillos capturados por el Norberto con ayuda de una red y un saco sucio de yute basto.
Así, el Instituto de Conservación de la Naturaleza de la Junta de Andalucía, el Comité de Bioética del CSIC, el Departamento de Sanidad Animal de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Sostenible, el Ministerio para la Transición Ecológica y para el Reto Demográfico con sus autorizaciones debidamente firmadas en cumplimiento de los protocolos de Nagoya, el Ministerio de Sanidad, el Estado Mayor del Ejército del Aire, el Ministerio de Asuntos Exteriores, el INTA, AENA… y el Norberto, aparecen por fin alineados y en conjunción astral para el éxito de la operación caótica de traslado de unos huesecillos desmontados y envueltos en nitrógeno líquido en el interior de un receptáculo estéril e inerte que atravesará los cielos oceánicos del hemisferio entre dos continentes para llevar a su destino una mínima muestra de la vida en el Universo que podría ayudar a salvar a la Humanidad.
Finalmente, el transporte, suspendidos casi todos los vuelos regulares con EE.UU. y desechado el despliegue de una operación militar, se le encomendará a Fedex, la mayor aerolínea del mundo en términos de toneladas de mercancías transportadas cada año y la novena del mundo por el tamaño de su flota.
Dado que la sede principal de Fedex se encuentra en Memphis, Estado de Tennessee, donde tiene ubicado su hub global y cuenta con un hub internacional en la ciudad de París, el traslado de los “murciégalos” de Norberto recorrerán por tierra desde Doñana hasta Sevilla, antes de embarcar con destino a Madrid-París-Memphis-Nueva York.
En total, 25 horas de duración del vuelo, tras nueve semanas infinitas de espera y de retardos incomprensibles en la tela de araña espesa de una Administración elefantiásica y perversa que al menos por esta vez logró escaparse del radar de la novedosa Dirección General de Derechos de los Animales, perteneciente al Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y Vicepresidencia Segunda del Gobierno de España. De haber entrado en semejante atolladero, a esta hora quizá yacerían enterrados hasta la cintura los expedientes, o atrapados, tal vez, en el Ministerio de Igualdad, sometidos a estudio si los restos debieran pertenecer a ejemplares macho o hembra.
En realidad, todavía se están felicitando por la misión cumplida en una Odisea que habría firmado el mismísimo Ulises.
Post Scriptum: No les presentaré a Norberto, al que quizá logren encontrarse cualquier día en una visita a las inmediaciones de Doñana o en la taberna del Corba, en la plaza de la Señorita Sudor de Bajo de Guía, pero sí les presento aquí a alguien al que no deben olvidar, por su tenacidad, por la calidad y trascendencia de su trabajo y por la excelencia científica de sus esfuerzos en favor de la salud global. Se llama Adolfo García-Sastre, es burgalés, co-dirige el Global Health and Emerging Pathogens Institute de la Icahn School of Medicine del Mount Sinaí Hospital de Nueva York y lo resumió en aquellos días de este modo… Gracias por estar ahí.
Fin.
Dos “murciégalos” en Nueva York. Capítulo I
Dos “murciégalos” en Nueva York. Capítulo II
Dos “murciégalos” en Nueva York. Capítulo III
Dos “murciégalos” en Nueva York. Capítulo IV
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría sólo incluye cookies que garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.