Un caso clínico

Este Manué es “un caso clínico”, que diría mi añorada madre. Pues que le estoy hablando de la necesidad imperiosa que tiene esta ciudad de salir de la dejadez en que se encuentra en muchísimos frentes, para poder competir dignamente con el resto de ciudades españolas y también europeas, y no se le ocurre otra cosa que envolverme de nuevo la cabeza con una retahíla de lamentos que a modo de teletipo me van taladrando el ánimo que yo traía, caramba. Que si los niños han sido y son los verdaderos paganinis de la masacre dictada sobre la población civil por el asesino que hay en Siria, que si gran parte de Hispanoamérica está en la encrucijada, que si Corea del Norte usa al hambre para disuadir a la palabra, que si veremos cómo acaba el chorreo interminable de agua radiactiva en Fukushima, que si la Naturaleza se rebela ante los latigazos continuos del homínido…

¡Hay que ver, Manué! Tranquilo, hombre, y vamos a echar un cigarrito de los de liá. ¿No ves que estas cosas no las podemos arreglar ni tú ni yo? ¿Cómo que no, marqués? Estas “cosas”, como tú dices, son auténticas puñaladas en el corazón de uno y se arreglan a base de juntar y juntar voluntades, hasta que la voluntad única doblegue a la sinrazón; que no termino de entender la condición con la que nacimos. ¿Qué clase de leche hemos mamao, marqués?… Bueno, amigo, no te pongas así. Ya sabemos que el ser humano no se distingue, precisamente, por su inteligencia. Y que dentro del reino de los animales, es el más peligroso, sin duda. Pero es que yo te quería hablar de lo nuestro, de lo que está pasando aquí, en este municipio que tiene un patrimonio histórico y monumental de primer orden y que se contentaría el pobre, con que el turismo que siempre tuvo vuelva aunque sea a cuentagotas. Para ello, claro está, la urbe debería lucir sus mejores galas y destellar en un abanico multicolor en donde el verde se distinguiera y la pulcritud y belleza de sus vías y avenidas fueran seña de identidad para el que viene de fuera.

¡Anda, anda, Conde, que te has pasao, tío! El verde y la pulcritud de sus calles y avenidas, ¿será posible? ¿No sabes de sobra que en Sevilla la alcaldía se encuentra vacía de continente y contenido, y los politiqueros que nos manejan tienen menos fuerza que una gaseosa? Ya te lo he dicho mil veces: unos, montando una metrópolis nueva con sus particulares auditorios; otros, en un permanente mutis por el foro y los edificios y calles en el abandono; los demás, de comparsa. Que da vergüenza comprobar, por lo que sueltan por esas boquitas, el desconocimiento tan grande que tienen los mendas sobre el mundo urbanístico y el equilibrio que hay que mantener entre tradición y modernidad. Claro que, estos detalles de barrio son una minucia en comparación con los intentos nunca logrados de sellar la paz entre Rusia y EE.UU, con la teoría de la amenaza china… ¿Otra vez vamos a empezar, Manué, otra vez? Es que este Manué es “un caso clínico”.

(El Manué, sudando la gota flaca, se queda “pillao” en la observación del vuelo de una mosca. El Conde se levanta, se estira la corcova y con paso firme se dirige a la parada del 1, que lo llevará casi al zaguán de su casa)




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