“Todo por los unicornios”… Esta es mi propuesta, si pretenden cambiar el lema de la Guardia Civil por algún otro, aunque sé que algunos preferirían una alusión sutil a los símbolos de la Benemérita y sugerirán sustituir lo de unicornios por tricornios; pero, francamente, no creo que se lo acepten, porque Irene Montero vería en ello una velada alusión maliciosa a los enredos de sábanas de su papichulo con las ex asesoras Dina Bousselham y Lilith Verstrynge, con la reportera de La Tuerka María Teresa Pérez y con todas las demás puntas que adornan las paredes de Galapagar, coto privado de caza.
Creo que muchos ciudadanos aún no han valorado suficientemente la verosimilitud de que cada vez que alguien del Gobierno se pronuncia sobre algún asunto le traiciona el subconsciente y significa lo contrario de lo que dice.
Les pongo un ejemplo: el otro día, Iñigo Errejón, siguiendo el libreto de campaña de este comunismo ciego de preadolescentes, se metió en el jardín del carácter hereditario de la Monarquía…, y a mí, que vengo ya entrenado en la observación de esta manada, no se me iba de la cabeza que lo que denunciaba el dormilón era, en realidad, el carácter hereditario de su caudillo en la jerarquía de Podemos.
Otro ejemplo, aún más claro… Recordarán que la semana pasada la ministra de Hacienda, Marisú Montero, merdellona por la gracia divina de sus santos rizos y de sus discursos acalorados de cenachera de barriada, juró y perjuró en el Congreso de los Diputados que no habría subida de impuestos para los trabajadores y las clases medias…, cuyo significado, ya les digo, venía a ser exactamente lo contrario, porque cuando uno de estos tipos (o tipas) afirma o niega algo hay que saber interpretar que se hace un selfie en el que las palabras traen la semántica invertida.
Sí es No. No es Sí. La guerra es paz. “Como mucho habrá algunos casos de contagio” significa 48.000 muertos. “Las mascarillas no sirven para nada” quiere decir que ya son obligatorias. “No dejaremos a nadie atrás” significa ahí os quedáis que yo me marcho con el Falcon. “Haremos lo que haga falta” es que el Gobierno se cruza de brazos y nosotros confinados hasta que el cuerpo aguante… O sea, la verdad es mentira y la mentira es la única verdad de este gobierno obtuso.
Si Narciso Sánchez habla de un acuerdo histórico de reconstrucción, todos deberíamos saber desde ese mismo instante que no ha logrado nada de lo que se proponía y que trae bajo el brazo un cajón de calabazas pochas que en el inglés del Financial Times se traduce como “rescue”: un rescate en toda regla.
Traducido en cifras son 70.000 millones en préstamos a devolver con intereses, escalonados y condicionados al cumplimiento de una ristra de objetivos ineludibles; más otros 70.000 millones en ayudas, de los cuales, 35.000 los aporta España al presupuesto de la UE; a lo que hay que añadir una reducción de las ayudas al campo, la PAC, del 13% y otra considerable disminución en los fondos de cohesión a regiones en desarrollo (eufemismo que pretende evitar el término “subdesarrolladas”).
De todo ello, el 25% irá destinado a la integración social de población inmigrante y otro 30% a políticas relacionadas con el cambio climático, sin olvidar que cualquier país de la UE podrá frenar en seco el libramiento de cualquier partida si considera que los objetivos no se están cumpliendo.
Traducido, otra vez, de lo que hablamos es de un rescate de “los hombres de verde” en el que el margen de maniobra es menor que el de un petrolero cargado hasta la sentina en una charca de barro y con una deuda acumulada que supera el 1,2 billones (con b de burro) de euros y que antes de final de año se habrá elevado casi hasta el billón y medio.
Una cifra absolutamente impagable que se corresponde a la perfección con lo acontecido en mi pueblo, de apenas 2.500 habitantes, cuyo Ayuntamiento, con alcalde socialista durante más de una década, tenía más de 600 contratados, dejó 15 millones de deuda a la Seguridad Social y más de un millón a Hacienda, además de un impago casi total de nóminas y a proveedores, motivo por el cual su partido procedió a nombrarle… director general de Políticas Activas de Empleo en los dos últimos gobiernos de Susana Díaz. ¿Alguien entiende algo?
Recuerden que cuando se produjo el rescate de Grecia salieron a la luz millares de casos de pensionistas ciegos que conducían en moto, de inválidos que hacían footing, de peluqueros sin un pelo de tonto y de infartados que subían las escaleras del Partenón pegando saltos a la pata coja… El PASOK hizo ¡crack!… y nunca más se supo.
Con el rigor intelectual que acostumbra, el profesor Francisco Contreras, diputado de Vox en Madrid, recordaba hace poco en una Comisión del Congreso a propósito de las universidades españolas que los rectores de la progresía habían invertido el uso originario de la autonomía universitaria, concebida para impedir que ninguna fuerza externa pudiera inmiscuirse en la libertad de pensamiento y enseñanza. Ahora, en cambio, decía Contreras, los rectores impiden el acceso de la Policía a los recintos universitarios para permitir que alumnos y profesores practiquen toda clase de coacciones y de violencia contra quienes pretenden ejercer esa libertad de cátedra entre las paredes sacrosantas de la inteligencia. Protección para los malotes,
Así que no lo duden. Cuando escuchen a Marlaska negar que se vaya a negociar el acercamiento de presos o la liberación de golpistas, sepan ustedes que ya está hecho. Si le oyen desmentir las razones del cese de un alto mando de su Ministerio, tengan la certeza de que eso lo confirma. Y si ven a miembros del Consejo de Ministros recibir a Sánchez entre aplausos, tengan la seguridad de que tras las mascarillas llevan un puñal entre los dientes.
“Todo por la Patria” en boca de cualquiera de éstos significa en realidad “Toma el dinero y corre”, que llegan los hombres de negro, los de verde, los frugales, los de las cuentas claras y los que no se cargan las pensiones, ni congelan los salarios, ni nos mandan al rincón con unas tasas de desempleo absolutamente inimaginables.
Con ZP y con Sánchez al frente de un gobierno era previsible que acabaríamos llamando a la Unidad de Montaña para que nos rescaten. Y van dos veces.
He dicho.
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