Cuando Pablo Casado resultó victorioso en las primarias del Partido Popular frente a la nefasta, y dañina para España, Soraya Sáenz de Santamaría, muchos albergamos cierta esperanza de que ese partido retomara los ideales y principios que lo unían a sus votantes, que, poco a poco han ido desertando, al igual que el PP, de sus ideas. La etapa Rajoy/Soraya ha supuesto el abandono más cobarde imaginable en la defensa de los leit motiv de la derecha tradicional española así como dejar en la cuneta a todo aquel que estorbaba a la nueva táctica, fueran las víctimas del terrorismo etarra o miembros del partido tan significados como María San Gil o Mayor Oreja. Se estimaba, porque el discurso en campaña electoral del candidato Casado así lo hacía pensar, que se iban a recuperar esas esencias y el PP dejaría de ser un partido socialdemócrata más. Y ello era beneficioso, no sólo para el partido en sí, que podría recuperar votantes, sino, sobre todo, para España en general, que precisa de un frente fuerte que se oponga a la destrucción del Estado que están llevando a cabo socialistas y podemitas en unión de lo peor de la morralla parlamentaria (PNV, Esquerra, PDCat, Bildu) partidos que deberían ser ilegalizados y que apoyan a Sanchéz en su tarea de demolición.
Por eso la decepción aún es mayor cuando se constata que se vuelve a los mismos errores, complejos y traiciones que perpetraron Rajoy y su mano derecha Santamaría. La prueba más reciente es ese infame chanchullo perpetrado mediante acuerdo negociado entre dos ministros de Justicia reprobados por el Parlamento, Catalá, por el PP, y la musa de la cloaca policial y judicial, Dolores Delgado, para la renovación del CGPJ.
Sólo dando por sentada una de estas dos opciones: o bien que Casado ha cedido a un chantaje para proteger a altas instancias de su partido anteriores a él de determinadas grabaciones Villarejiles o similares, o sea, lo que vulgarmente se diría, que lo tienen cogido por los…..salva sea la parte, o bien que aunque no lo parecía, es tonto (supuesto poco probable). Solo así podría entenderse que a cambio de la Presidencia de ese Consejo para el juez Marchena, pierda el PP su mayoría en el mismo, aparte a Marchena de la ponencia del juicio a los golpistas y, por si fuera poco, permita que entren vocales a propuesta de Podemos y otros como De Prada, máximo responsable, con su, digamos, tendenciosa redacción de la sentencia de la primera Gurtel, de la moción de censura que defenestró a Rajoy y nos arrojó al caos provocado por Sánchez.
Pero tendrán lo que merecen. Lo tendrán, para empezar, en las elecciones andaluzas, con un candidato blandiblú que no tiene carisma ni discurso y que además ha conformado unas listas donde ha relegado sin ningún tipo de pudor a lugares donde difícilmente resultarán elegidos a aquellos pocos que, en contra de la corriente oficialista comandada por el bien denominado Arenas movedizas, votaron en las primarias a Casado y así lo manifestaron.
Y hay casos especialmente sangrantes: la mejor parlamentaria de que ha dispuesto el PP en esta legislatura que finaliza ha sido la gaditana María Teresa Ruiz Sillero, azote del PSOE en la Comisión de los ERE y los cursos de formación, también en el asunto de las tarjetas con que altos cargos del Gobierno andaluz se pagaban , en inspirada metáfora, puticlubs. Incisiva, mordaz, pertinaz y persistente, inteligente y trabajadora incansable amén de volcada en su labor que, para ella sí, es vocacional. Un ejemplo de dedicación y de cómo ganarse el sueldo de parlamentario, rara avis entre tantos y tantos, de todos los partidos, que tan sólo calientan el sillón, y eso cuando no están ausentes.
Pues bien, su apoyo a Casado en primarias le ha costado ir en un puesto de la lista por Cádiz en el cual es practicamente imposible que vuelva a salir elegida. Una puñalada en la espalda de la parlamentaria represaliada pero también un tremendo error de este PP andaluz, que, a lo que se ve, quiere ponérselo fácil a la continuidad del Régimen socialista en la región.
Si es así como Casado pretende regenerar el partido, no lo duden, tendrán lo que merecen: menos votos y, sobre todo, mucha menor credibilidad y respeto de los ciudadanos. Ojalá partidos jóvenes, como VOX, sepan aprender de estas lecciones y no caer en los mismos errores, para recuperar el voto de toda esa gente que votaba al PP y dejó de hacerlo ante su inconsistencia, quedándose en casa y dejando el campo libre a la continuidad, que ya hace tiempo se hace insoportable, de las políticas nefastas para Andalucía que llevan imponiendo los socialistas 40 años como si esta no fuera otra cosa que su Cortijo.