Me preguntaba un amigo acerca de cómo cabría definir el mito, y esa pregunta permitió en mi página de facebook un pequeño y amistoso debate. Hubo cierto consenso: el mito no es una mentira, sino una narración más o menos histórica que los hombres convierten en símbolo heráldico para enseñar y explicar. El prestigioso intelectual italiano Alessandro Baricco dice al respecto que “las criaturas míticas son productos artificiales con los que los seres humanos se dicen a sí mismos algo urgente y vital”. Luego añade que estamos en trance de convertir la Pandemia en un mito. Tal vez, pienso yo, como la cabeza de Medusa.
Hay mitos que narran una catástrofe provocada por nosotros mismos y el castigo consiguiente de los dioses: el arca de Noé, la guerra de Troya y la cólera de Aquiles, la torre de Babel… Es difícil prever cómo contarán la Pandemia y la búsqueda de la Vacuna las futuras generaciones; quizás como contamos hoy el viaje de los Argonautas en busca del vellocino de oro, con sus héroes y sus malvados.
Puesto que los mitos enseñan, es posible también que la Pandemia avise que vamos demasiado rápido, demasiado lejos y haciendo demasiado ruido sin tiempo para pensar. Hemos perdido el silencio pitagórico y los dioses guardan silencio ante el estrépito político, cultural, económico y religioso de la sociedad del espectáculo. Escribe Baricco: “La Pandemia es un grito. Un grito de cansancio”.