El PSOE de Susana Díaz está incapacitado ahora mismo para hacer oposición. La mala noticia es que el culpable de esa situación se llama Pedro Sánchez, cuyo nivel de sectarismo zurdo invalida cualquier intento de su partido por argumentar nada sincero en favor de los andaluces.
Es tanto el desatino y desafuero del gobierno de Sánchez en contra de los intereses de Andalucía, en lo concreto y en lo general, que el susanismo (si es que queda algo de él) está inmovilizado, atrapado en una charca de fango del pantano comunista, separatista y filoterrorista en el que hunde hasta las rodillas el Consejo de Ministros y deja al PSOE de Andalucía enterrado hasta la nuez.
Era esta la primera ocasión en que unos presupuestos generales de la Comunidad Autónoma podrían haber sido aprobados por unanimidad, incluso con los votos de las dos facciones de Podemos ahora desgajadas como siameses, porque no contaban con elementos serios de confrontación y las principales partidas se centran en Sanidad, Educación y ayudas a familias y negocios, que ascienden por causa de la pandemia.
Unos presupuestos moderadamente expansivos motivados por la crisis sanitaria y económica y centrados en lo urgente e importante, sin grandes aristas ideológicas, constituyen argumento suficiente para haber logrado la unanimidad, más aún tras el ofrecimiento sincero de Moreno Bonilla y de su consejero de Hacienda, Juan Bravo, para negociar aspectos concretos con todos los grupos parlamentarios.
El PSOE de Susana Díaz no ha sabido ni qué decir y se ha ahorrado el envite de responder a nada componiendo la figura pinturera de los toreros malos y buscando el burladero chungo de que el gobierno había pactado con Vox, sin aclarar cómo lleva el pacto de su jefe con los asesinos de tantos andaluces y españoles en general. O sea, lo de siempre: la impostura de capote y la mentira de muleta, que no en vano, en términos taurinos, a los avíos de torear se les llama “engaños”.
La exigencia secundaria de algún portavoz de Podemos de subir impuestos no ha pasado de ser un automatismo mental de la izquierda, sin recorrido alguno, que es más anomalía democrática y extravagancia anacrónica que prudencia, sobre todo cuando Hacienda les confirma que la Junta recauda hasta cuatro veces más cuando elimina impuestos como el de Sucesiones.
Subrayo que el ofrecimiento de Moreno Bonilla y de Bendodo para hablar con todos los partidos lo creo sincero y, como mínimo, suponía una invitación real a negociar y sumar apoyos a una situación extrema como la que vivimos, que, no se olvide, procede de la manifiesta negligencia, imprevisión y quién sabe si mucho más, de un gobierno de la Nación que no quiso ni supo poner freno a la catástrofe que se nos avecinaba.
Sánchez, sin embargo, no sólo no ha cursado invitación a negociar a los otros grandes Grupos del Congreso, sino que ha mendigado los apoyos preferentes de su propia elección y ha escogido innecesariamente someterse a la maquinaria que mejor manejan los partidos enemigos de España, la de la extorsión, la que llevan practicando desde hace décadas, no sólo con el Estado, sino también con los empresarios y resto de sus ciudadanos, utilizando incluso para ello las bombas lapa y las pistolas.
Es muy difícil, si no imposible, que Susana Díaz tenga algo que reprocharle al gobierno andaluz mientras los suyos, que la tienen ahora mismo de pelele silencioso, enjalbegan a los que asesinaron al coronel médico Muños Cariñanos y a Alberto Jiménez Becerril y a su mujer, Ascensión García, por citar sólo a tres personas conocidas de nuestra memoria colectiva.
Pretender añadir a eso alguna clase de comparativa con Vox no es sólo desproporcionado, sino muy ruin y muy miserable de su parte y la reduce a un exabrupto de quien no tiene nada que añadir en favor de los intereses de Andalucía.
A estas alturas, Susana Díaz está jibarizada por el voto y también por el PSOE de Pedro Sánchez, reducida su cabeza al capricho de un dedo cesarista que la puede terminar enviando de concejal a Utrera porque el pretor que le han asignado para vigilarla de cerca se llama Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que sólo paga a traidores.
No se puede estar al mismo tiempo en misa y repicando, dice el refrán, ni con Felipe González y con Pedro Sánchez a la vez, pero menos aún a favor de Bildu y en contra de Andalucía.
He dicho.
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