Si analizamos las causas del separatismo catalán, no encontraremos entre ellas las que promovieron el ansia de soberanía de los Estados Unidos, ni tampoco las que impulsaron a la emancipación a la mayoría de las naciones hispanoamericanas. Tampoco hallaremos entre sus principios los que sacudieron hacia la libertad a los países que conforman el África actual. Ni mucho menos nos toparemos con los valores que originaron el levantamiento de los españoles -catalanes incluidos- contra Napoleón. Nada de eso. El rompimiento catalán está basado en una máxima que ha prendido como una semilla vigorosa en el fértil y ancestral ADN fenicio de sus habitantes: ser independiente trae cuenta, sale barato y es rentable. La idea fuerza, infundida como un opiáceo pueblerino, de que España esquilma sus escuálidas “buchacas” solo podía hacer que prosperar en una sociedad que sueña con tenerlo todo pagado, como definiera magistralmente Josep Pla.
Esta última teoría contrasta y se contradice con una evidente realidad, que también fraseara Pla: “¿Quién duda que Cataluña se ha hecho rica por España y con España?” Uno de los tipos que más berrean su odio a España en las redes sociales, que son los chiqueros donde se expresa esta plebe con el fin de ir tomando posiciones ante la llegada del nuevo orden, responde al nombre de Jose María Mainat. Quizás así no le suene, pero le resultará familiar su amplia faz por ser uno de los componentes del grupo pretendidamente humorístico y sin embargo catalán La Trinca. Pues este individuo, correspondiendo al aserto de Pla, se ha hecho rico por y con España. Pero bastante rico. Sus productoras de televisión han vendido programas de telebasura que han sido devorados por el televidente nacional como si fuera fuet, aunque su relleno no fuera de sabroso porcino pimentado sino de porquerías intelectuales de fácil digestión. Crónicas marcianas, operación triunfo, mira quien baila, furor, tú sí que vales… y un largo etcétera que han hecho de su productora, Gestmusic, uno de los negocios más rentables de la televisión española.
Porque eso sí, la mayoría de esta obra cultural nos la ha vendido, y la hemos comprado, a todos los españoles a buen precio. Ahora, Mainat, el gafas del desgraciado (sin gracia) trio humorístico, quejoso de que los españoles le empobrecemos, se erige en cabestro de la boyada independentista haciendo sonar con fuerza su cencerro de lamentos e insultos en Twitter. ¿Qué se apuesta el lector que en menos que se santigua un cura loco nuestra televisión pública le obsequia con un jugoso contrato de compra de alguna de sus deyecciones televisivas? Al tiempo. Que lo presente Paula Vázquez, que también nos detesta y lo amenice el cantautor de baladas narcóticas Luis Lago (Lluis Llach), antiespañol que aprendió música escuchando y cantando en familia el Cara al Sol y el Oriamendi sería la jugada completa. La que nos merecemos los españoles por nuestra mansedumbre.