Primero fue la luz del plasma

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”… El breve cuento del hondureño Augusto Monterroso, pasa por ser el cuento más condensado y sugerente de la Historia.

Contiene, en apenas siete palabras, una montaña de ilustres novelas, desde el “Tirano Banderas”, del gallego Valle Inclán, a “El otoño del patriarca”, del colombiano García Márquez, pasando por “El Señor Presidente”, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias…; sin olvidar otras muchas de Roa Bastos, Borges y decenas de grandes obras de la Literatura Universal.

“Cuando acabó la guerra, el Caudillo inauguró… la nueva normalidad”. He usado diez palabras para remedarlo. Pero bien podría ser: “Cuando despertó, la normalidad no existía”…, porque la nueva normalidad, la de Sánchez e Iglesias, no era ya normalidad sino anormalidad, paranormalidad, subnormalidad profunda, agreste, a martillazos.

Pero nótese que “la nueva normalidad” de Sánchez es un futurible, no existe; más que nada porque la está definiendo él sobre la marcha, inventando el mundo, como un Hacedor de todas las cosas en el Popol-Vuh, como un Yavéh bíblico y primordial, como un Génesis de todos los plazos, de todos los tiempos, de todos los movimientos.

Primero fue la luz del plasma: “Hágase la Luz… Y la Luz se hizo”.

La “nueva normalidad” es una costilla de Adán, del heteropatriarcado, un barro amorfo e inasible al que él y sus amigos se encargan de darle forma con la improvisación de quien se siente ungido por la luz de todos los profetas, habidos o por venir, ahora llamados “los expertos” en la neolengua illuminati y sorosiana del sanchismo.

Luego, el Hacedor separará las aguas de los fachas de la tierra de los rojos; los astros de la progrez de los planetas risibles de la derechona. Y será para siempre

A continuación, procederá a nominar todas las cosas por sus nuevos nombres. A los fachas los seguirá llamando fachas y a las mujeres “seres de luz”. A los rojos los denominará “hombres de progreso” y a los parados, “semovientes” o, tal vez, cartillas de racionamiento, a secas, con un número de identificación.

Sánchez no descansa. Ni al séptimo día ni después de ocho semanas de desescalada. La parafernalia del anuncio de Sánchez sólo intenta encubrir el nuevo golpe asestado esta mañana en el Consejo de Ministros a la democracia. Ahora le tocaba a la Justicia, un nuevo paso hacia el chavismo. Su plan es eterno, eternizarse en el poder y renombrarlo todo, inventar el mundo después de una pandemia.

Por primera vez vemos el único plan que ha tenido Sánchez en todo el tiempo, desde el inicio de todos los tiempos y para toda la Eternidad.

“Cuando despertó, Sánchez todavía estaba allí”… Lo reduzco a cuatro palabras: “Ha nacido un tirano”.

He dicho.




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