Para mí hoy es un día muy triste. Como muchos días del calendario en el que muchos ciudadanos españoles fueron asesinados a manos de la mayor barbarie terrorista, asesina y cobarde de nuestra historia.

Ochocientos cincuenta y cuatro muertos. Trescientos setenta y nueve sin resolver.

Estos días atrás han sido muchos los homenajes que, a través de toda España y de una forma unánime y ejemplar, hemos visto por la memoria de Miguel Ángel Blanco. Y que no se olvide nunca. Ejecutado y martirizado por ETA de la forma más vil y canalla que pueda existir. Yo mismo he participado en algunas de ellas. La de la Asociación Andaluza de Prevención del Suicidio Policial o la de la misma fundación Miguel Ángel Blanco en Sevilla. Por cierto, con la única representación institucional de Vox y Macarena Olona al frente.

Sin embargo, hoy, de forma sorprendente, por decirlo de alguna manera, muchos equipos de gobiernos, en su mayoría gobernados por la izquierda y previa decisión de ese gran chiringuito que es la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) ha decidido que todos somos Miguel Ángel. Y se concretan manifestaciones de repulsa en todos los Ayuntamientos. Precisamente el día antes de aprobar la Ley de Memoria Democrática. Esa Ley que considera a las ratas asesinas y despreciables que pusieron en vilo el inicio de nuestra democracia con asesinatos, secuestros y extorsiones, como héroes luchadores contra la represión franquista.

Soy víctima del terrorismo. Mataron a mi hermana y su marido. Y voy a deciros algo que quiero que quede muy claro. ¡Sois basura! Y lo digo como víctima, no como político. Asco es lo mejor que os puedo decir.

Y lo peor de todo es que el Partido Popular les respalda. Como me ha dicho un vecino de Espartinas esta misma tarde, “hay que ser prácticos”. Qué tristeza.

Lo peor es que obedecen a la estrategia estudiada del actual gobierno de España con la impresentable Ley de Memoria Democrática. Esa, que ni es de ley ni es de memoria y, ni mucho menos, democrática.

Y solo por blanquear una decisión que los socios del gobierno, los herederos de ETA, le han impuesto. Los asesinos a partir de ahora serán luchadores por la libertad antifranquista.

¿En serio?

Rafael García Ortiz