Los veranos, allá por el setenta y tantos, en la casa estival, sólo se subía a extender la blanca ropa de casa, con pinzas de madera, para que el sol cálido blanqueara más aun lo que el agua, el jabón de lagarto y el azulete líquido ya habían preparado.
Si hacía viento, ondeaban no más de 20 minutos antes de recogerlas. Si el aire no acompañaba, el espacio de tiempo se achicaba, y había que darse prisa porque la calentura no permitía permanecer allí arriba por mucho.
Ese ha sido mi recuerdo, la imagen que venía a mi cabeza despelucada, acompañada además del único canto de alguna chicharra, cada vez que alguien nombraba tal lugar. Bastante solitario en verano, sólo visitable de vez en cuando al caer la tarde, por los pájaros cansados y sudorosos. Y receptor de lluvia, viento y hojas desorientadas de árboles cercanos, en invierno.
La Azotea.
Nunca he sido seguidora de Rafa Almarcha ni de su grupo, ni del pachangueo de reunión de viernes tarde, con más de quince cervezas entre pecho y espalda, en cualquier bar de barrio pijo de Sevilla. Pero nunca juzgo antes de conocer. Y sin pedírselo nadie, este señor nos ha demostrado que su corazón es más grande que sus ganas solidarias. Él es cabeza visible de esa Azotea AZUL, pero hay otros muchos tan involucrados como él, o más, que han hecho posible que casi el cien por cien de los sevillanos aporten algo para que este proyecto sea una realidad. Aunque solo sean las ganas. Escritores, pintores, arquitectos, albañiles, empresarios, peluqueras, administrativos… todos a una por hacer que la estadía de un niño en el hospital sea lo menos desagradable posible. Para que en un espacio en el que por antonomasia habita la soledad (en la azotea de un hospital no se sube ni a tender la ropa), sea un espacio para “soñar, jugar, leer, dibujar, pasear…” a ritmo de vals o de lo que la inocente imaginación de cada uno quiera.
Dice la canción que “despierta la ciudad (…)” y cierto es que ha despertado. ¡Bravo Sevilla!; nos movemos para lo que importa y motu proprio. “Hoy soy yo, mañana tú”…
Alguien me dijo una vez: “Al acostarte, da gracias porque tus hijos no duermen en un hospital. Todo lo demás tiene solución”. Nada es más importante que eso. Si no han visto el vídeo con la canción abanderada, les animo a que lo hagan. GRACIAS AZOTEA AZUL.
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