Francamente, no sabía que a estas alturas de la película, en esta sociedad que rueda a velocidad de vértigo, pudiera existir el oficio de “Pensador”. Y es que lo he visto en un diario de papel, en el que la entrevistadora presentaba al entrevistado con esa palabra, y me ha llamado la atención. Pues que en medio de la “aglomeración confusa de sucesos, de gente o de cosas en movimiento” en la que estamos inmersos, que alguien se ponga a pensar tiene su mérito.
Pero no me parece descabellada la acción, puesto que ahora mismo y dada las especialísimas circunstancias sociopolíticas por las que está atravesando esta pobrecita nación, una mente equilibrada y clara es lo que los ciudadanos necesitamos para que la tierra en la que descansamos nuestros sueños, que hoy está agrietada y camino de la desolación, luzca con el esplendor natural que otrora tuvo y el prestigio que se merece.
No podemos aguantar más el despropósito monumental a que nos tiene sometido este gobernante de dimensión ególatra incalculable, rayana en una repugnante tiranía. Sí, el que habita en la Moncloa y que con nocturnidad y alevosía decreta que se ponga a calentar el puchero de cara al 23 de julio, porque a él y a sus secuaces el resto de los españoles les importamos un huevo. Por eso, y por otras muchas cosas más, creo que en España, en estos momentos, hace falta un buen “Pensador”.
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