La puerta de la Catedral de Sevilla, la que llaman de los Palos, justo la que queda nada menos que al pie de la Giralda -que parece así dicho la revista de primavera de Cipriano Gómez Lázaro-, esa puerta, precisamente esa puerta, se llena de coches de caballos aparcados justo donde está prohibido. Mira que tienen su sitio previsto en la acera de enfrente, ¡de enfrente! Pues nada, a las mismas puertas de la Catedral y bajo la Giralda. Y en la cercana Puerta de Jerez, otro tanto de lo mismo.
En ambos casos, la policía pasa por delante haciendo la vista gorda, en plan Pali con gafas de culo de vaso. La policía mira a los caballos, pero hace como que no ve dos en un burro. Aparca una en zona azul y tarda dos minutos más de la cuenta en renovar el ticket, y ya está en el limpiaparabrisas el multazo de los setenta pavos, que digo lo de pavos y no euros ya que la cosa va de animales. Y no quiero señalar.
A lo mejor es que yo no me entero. A lo mejor es que en una ciudad tan teatral como Sevilla -la que tiene en el mundo más óperas escritas con su nombre-, la cosa va de puro teatro, como con La Lupe. Y como buen teatro, llena de mierda sus puertas más ilustres, como hace con de los Palos y la de Jerez. Ustedes ya sabrán que la expresión “mucha mierda” para desear suerte en el mundo del espectáculo viene de los siglos XVI y XVII, cuando el público de relieve social acudía en sus carruajes. A mayor cantidad de excrementos en la puerta del teatro, es que el público era más numeroso y pudiente. De ahí tal deseo. Y así está ahora de “éxitos” y “triunfos” malolientes la zona más monumental de Sevilla. Me llegan rumores de que la cosa ha llegado a tal punto de coches de caballos que recomiendan poner pañales a los equinos. Será aderezo. Lo siento, Granada, perdiste la exclusividad del “todo es posible”, porque también aquí en Sevilla todo puede ser ya posible. En Sevilla el teatro se asume con la mayor naturalidad. ¿O no es teatro matarnos como muertos de hambre para coger caramelos en La Cabalgata para luego repartirlos los nazarenos unos meses después? Como actores tenemos un Óscar. Y como suerte tenemos toda la del mundo. Porque si consiste en mierda en la puerta, ¡hemos triunfando!
1 Comment
El hedor que dejan en las zonas que ocupan estos carruajes (zonas privilegiadas y centro turístico de la ciudad) es insoportable e indigno para una ciudad que parece apostar todo su futuro al turismo.
Incomprensible que esto se consienta y que los sevillanos nos lo tengamos que tragar por no se sabe qué extraña razón.