Los insultos y descalificaciones contra Vox y su moción de censura, expelidos por la coalición progresista que mantiene al Gobierno y sus terminales mediáticas, eran previsibles. Sin embargo, y pese a la probada antipatía que también profesan hacia Vox, no lo era tanto el despliegue de artillería desarrollada estos días por las otras terminales próximas al PP, e incluso desde las que se proclaman independientes.
Desde estos ámbitos, políticos, periodistas y opinadores, no sólo no se han ahorrado ninguna ridiculización acerca de la moción y de Vox, sino que lo han hecho repitiendo consignas tan faltas de originalidad (ópera bufa, chirigota, mala broma, farsa, mascarada, charlotada, astracanada, sainete, circo, etcétera), que llegan a igualarse en sus diatribas contra el partido de Abascal, con sanchistas, socialistas, podemitas, neocomunistas, separatistas y filoetarras.
Pero lo que resulta muy llamativo, es que los ataques a Vox procedentes de los programas y tertulias de televisiones y radios más influyentes, se encuentren sin apenas contestación, pues, curiosamente, este partido carece de defensores en ellos, pese a ser la tercera fuerza política con 52 diputados y 3.656.979 votos en las últimas elecciones generales; a diferencia, por ejemplo, de Unidas Podemos que, con 35 diputados, siempre ha contado con «representantes» en esos medios.
Analizando lo mucho que los ámbitos peperos y socialistas se irritan y agitan contra Vox, se diría que este partido ha venido a chafarles el chiringuito del ahora tú, ahora yo, que tan bien les venía funcionando.
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