Los trabajitos de Inés

Siendo alumna en Sevilla de una Facultad de Derecho (permítanme no señalar), Inés, la bella Inés Arrimadas, provocó un pequeño estado de alarma cuando un apuesto y joven profesor explicaba en clase la sistemática para aprobar su asignatura. La bella Inés alzó la mano, tras oír la explicación, y quiso saber algo más al respecto:

– Profesor, y si le hago un trabajito…

Cuentan que las risotadas de los alumnos inundaron la sala, porque la propuesta de la bella Inés a tan joven y apuesto profesor sonó.., bueno, a eso, pero fuese y no hubo nada.

Debe tener un interruptor oculto la bella Inés que se le traba o que le da calambre en las situaciones más insospechadas. Un desdoble, una derivación que le cortocircuita el plano de ciertas conexiones neuronales y se electrocuta cuando fluye la corriente alterna.

Sostengo desde hace tiempo que la debacle y la catástrofe de C’s, más allá de su veletismo incorregible, de su ausencia firme de criterios (lo que el senador Rafael Hernando pronuncia como “principios inquebrantables”), de su aluvión de arribistas sin ideología alguna y de su desprecio constante por la coherencia, proviene básicamente de dos factores: el primero fue la gigantesca confusión que generó entre su posible electorado, que se nutría de votos procedentes del PP cuando su directiva provenía netamente de los naufragados de la socialdemocracia que el PSOE abandonó con Zapatero y profundizó aún más con Sánchez.

Pronto pudo verse que ni los que les habían votado al Parlamento con la sensación de que se trataba de un PP renovado estaban satisfechos con los continuos garabatos que dibujaban con la izquierda y, a su vez, los dirigentes se enfadaban con su base de votantes porque no querían entender que aquellos votos eran prestados. El enredo estaba servido y el horno abrasaría aquel asado.

El segundo factor, consecuencia de este, es que, consumado el batacazo, los sucesores de Rivera, empezando por Arrimadas, no quisieron, no supieron o no pudieron realizar el diagnóstico adecuado, absortos como estaban en gestionar los restos del naufragio y el abandono del líder a su refugio de las tentaciones con Malú.

La conclusión errónea de la ejecutiva de aquellos restos de partido fue que tenían que seguir profundizando en la tarea de acercamiento al PSOE para intentar un abrazo del oso, sin tener en cuenta, como digo, que quienes les habían votado eran más o menos disidentes del PP que se habían cabreado con Rajoy y el sorayismo, pero que preferían ensayar una vía parecida pero firme antes que ensayar con Vox.

Mucho me temo que la mayoría de los votantes de C’s volverán ahora mayormente con el PP, o incluso con VOX aquellos que sigan cabreados, y no demasiados buscarán a un PSOE ya en la pendiente sanchicomunista.

Mención aparte merece el caso de C’s en Cataluña, donde la cosa fue algo diferente al resto del Estado, pues allí logró aglutinar a muchos votantes constitucionalistas, de derechas o de izquierdas, que tras los sucesos infernales de la declaración fugaz de independencia pretendieron refugiar su voto en una formación carente de dobleces al respecto. Fue otro cantar, pero la salida de Arrimadas del Parlament terminó por desbaratar la ilusión depositada y cada mochuelo volvió a su olivo como pudo.

Sea como fuere, Inés Arrimadas vuelve a generar con su iniciativa descabellada un estado de alarma general al preguntar en voz alta en clase: “Y si le hacemos un trabajito en Murcia a estos del PP…”

El punto de apoyo de toda esta desquiciada operación ha consistido en una concejal tránsfuga del PP que en su día se pasó a C’s, la cual, a la vista de que no repetiría en el cargo y ante la progresiva descomposición de los suyos, abrió la puerta a una negociación con el PSOE, de forma tal que el presunto “tamayazo” en este asunto no está en la conclusión final del caso, sino en el origen del mismo y es la consecuencia lógica de un partido preñado de arribistas que perdieron pie en las escalinatas de otras formaciones.

Error de cálculo ese de querer aprobar una asignatura pendiente no haciendo los deberes, sino por la vía de “los trabajitos” y que en lugar de optar por los mejores prefirió a los que más codazos pegan, a los más volubles y más sumisos a las directrices.

He dicho.




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