Con un analfabeto es mejor no discutir de nada. A los analfabetos se les habla, se les informa, se les ilustra, se les avisa o se les ilumina, porque necesitan de la caridad de otros, pero mejor no debatir jamás con ellos porque corres el riesgo de pringarlo todo cuando despliegan su plumaje de minuciosa y enciclopédica agrafía e ignorancia y puedes quedar atrapado en el mar de grasa de sus simplezas.
Llamo analfabeto aquí y ahora no a quien no sabe escribir o no entiende lo que lee, pues en esas circunstancias conozco a verdaderos sabios, sino, por ejemplo, a quien opina que “el dinero es un invento del ser humano y se puede crear sin límites”.
Ambas cosas son verdad, porque además es barato hacerlo, pero cosa diferente es defender que de ese modo se logren resolver los problemas de nuestra economía, y se acabe el paro, que es la chuminada que sostiene un tal Garzón, Eduardo (¿no hay Garzón bueno?), hermano del ministro de Consumo y profesor de Economía, a ratos, en la Universidad de Málaga.
El hermano de este individuo, ahora ministro de Consumo, es el que en tiempos de Rajoy, durante la crisis agravada por otro analfabeto integral llamado Zapatero, aconsejaba que el Estado crease de la noche a la mañana al menos un millón de funcionarios más con sueldos por encima de los 1.200 euros como forma de reactivar el consumo, decía el muchacho, a lo que yo me preguntaba por qué no 2 millones en lugar de 1 millón, o tantos como desempleados hubiese en cada instante, y no con sueldos de 1.200, sino de 3.000, así reactivaríamos incluso el mercado de yates y de embarcaciones deportivas. Vamos, digo yo.
Lo malo es que aquella misma semana, el secretario general de su partido, o sea, él mismo, puso de patitas en la calle, mediante un ERE ventajoso de la reforma laboral del PP, al 60% de los trabajadores de plantilla del Partido Comunista de España… y tan contento, oiga.
Dirán algunos que eso no es ser analfabeto, sino un cínico o un listo, que también pudiera ser, pero es que el cinismo obliga a soportarse en cierta inteligencia y tengo la sospecha de que en el comunismo, que se toman tan a pecho a sí mismos, no les queda ni para estrategias y sólo les alcanza para ejercer el dogmatismo y la ceguera, que es el caso de Echenique, por ejemplo.
Y luego vienen los de las categorías inferiores, que son aquellos a los que les da lo mismo ocho que ochenta y que llenan todo de palabrería inasible, al modo de Antonio Ozores o de Cantinflas, una Liga en la que destacan, por méritos propios, Pedro Sánchez, “el lisensiado” de Mario Moreno, que pronuncia “estival” en estas fechas cuando se refiere a “vacacional” y ni siquiera le da la risa, porque piensa que estival es sinónimo de holganza y en sus próximas vacaciones tenía previsto meterse con Begoña, vía Presupuestos Generales del Estado, lo mismo en el Pazo de Meirás que en el Palacio de Aranjuez o en el de la Granja.
O también Marichús Montero, alias “la chiqui”, con sus “milqui” (…nientos millones); o Adriana Lastra, que lleva ‘trabajando’, dice, desde los 17 años y se disfraza de cortina de ducha con zapatos de deportes para caminar por las alfombras de las Cortes y las palabras le rebotan en las paredes del cráneo hueco como un isótopo de uranio en una nuez vacía; o Carmen Calvo, quien pretende legislar para todos los planetas, incluido ese desconocido en el que ella vive; o Rufián, por supuesto, cómo no, que es experto en decir bobadas como puños y en recopilar zascas encuadernados a diario y terminará de hacerse millonario el día que edite los cien primeros volúmenes de las puñaladas verbales recibidas; o Irene Montero, cada vez más poseída por el diablo de Tasmania de su feminismo abrupto y pre adolescente, cuyas sandeces en color de rosa y en juguetes neutros brillan en las cumbres de las ministras de Igualdad de Europa, que no hay ninguna. Etc.
Será por eso que me parece bien el mensaje que les lanza el facha Iván Espinosa de los Monteros, quien repite en el Congreso con frecuencia que con ustedes no pactaremos nunca nada, porque no cabe pactar con quienes quieren romper España y acabar con la Constitución y la Corona.
O lo que dice Cayetana Álvarez de Toledo, que no se puede caer más bajo en cuanto a infamias que ver a Rodríguez Zapatero trincando del presupuesto de los españoles y a la vez espoleando y representando a una tiranía abyecta y a los ídolos del narcotráfico en un país donde por discrepar te electrocutan por el trasero en un barreño de agua helada y para comprar un paquete de pan de molde tienes que llevar una maleta llena de billetes de 500 pijorronchos de los que desea fabricar el hermano del ministro de Consumo.
Una cosa es segura: que a ninguno de estos ágrafos y analfabetos se les ocurre nunca meterse la cuchara boca abajo… Y mientras tanto, Illa y Simón siguen sin ser cesados.
He dicho.