Tiene Loles López, la secretaria del PP de Andalucía, una visión del feminismo radical (expresión que es una redundancia escultórica, un pleonasmo catedralicio, porque el feminismo hace mucho que vive secuestrado por esa parte desquiciada, dominante y excluyente) que no se parece en nada a la que autorizan los libros de estilo del nuevo “Santo Ofidio” (expresión con copyright del gran Paquiño Correal)…
Yo, que antes que un periodista al uso prefiero considerarme apenas eso que los franceses denominan un flâneur (un “callejero”, un “paseante”, un “azotacalles”…), coincido con Loles López en que en mi visión del feminismo caben todos los que deseen discutir sobre el asunto, mientras que en el dominante y excluyente no cabe nadie, sólo ellas. Cosa diferente es que, además de excluirte y de no permitir que se discuta, se den el lujo de llenarte de improperios, de injurias y de calumnias.
En un estudio realizado por varias asociaciones defensoras de la igualdad real, antes de la aparición de Vox, se llegaba a la conclusión de que en ese momento sólo C’s cumplía en su programa electoral con reclamar una verdadera igualdad efectiva (el PP incumplía en algunos puntos), mientras esas plataformas, entre ellas la de “Abuelos separados de sus Nietos”, procuraban del entonces ministro de Justicia, Federico Trillo, que el gobierno de Rajoy asumiera y se comprometiera con esa visión más amplia e inclusiva que hoy defienden mujeres valientes y sin bocachanclismos, como la propia Loles López, Isabel Díaz Ayuso o la portavoz de Igualdad del Grupo Popular en el Congreso, Marga Prohens, por no citar a Cayetana Álvarez de Toledo o a Macarena Olona, “bestias negras” del histerismo al uso de ese feminismo radical que se dispone a manifestarse de 500 en 500 sin el permiso de “la experta” Carolina Darias, nueva ministra de Sanidad, pero con la bendición ignominiosa del oblicuo impresentable Fernando Simón.
De aquella posición de dignidad de C’s en su programa electoral no queda casi nada, salvo Toni Cantó y poco más, que es una caja de buen juicio, de prudencia, raciocinio y democracia, frente a la horda delirante de quienes no desean debatir y prefieren agachar la cabeza para que cierta mafia no te aplane con sus escabeches civiles contra ciudadanos libres.
Ayer, sin ir más lejos, Loles López le metió un repaso en toda regla en el Parlamento de Andalucía a la incongruente inquisición de las portavoces de PSOE y de Podemos, tan contentas, silenciosas y anuentes cuando es el gobierno de Sánchez e Iglesias quien le asesta un tajo presupuestario a los ayuntamientos andaluces en las partidas destinadas a luchar contra la violencia de género para regalárselas a Cataluña o cuando señaló que el 75% del presupuesto del Instituto Andaluz de la Mujer no se ejecutaba en tiempos de Susana Díaz.
Mientras nadie les plante cara, como hacen Loles López, Díaz Ayuso, Toni Cantó y tantos otros (y otras), el peligro para la libertad de expresión no lo representará Pablo Hasel, sino esas comisarias políticas que expanden su escándalo de pacotilla y se acogen a sagrado llamando a voces a los sicarios y secuaces de la pantomima.
He dicho.