Piensen por favor en el insulto más despreciable, desagradable y esperpéntico que se les ocurra…
¿Ya?; pues ese, con toda seguridad, no es suficiente para acercarse a definir el grado de maldad e hijoputez de alguien que puede asesinar a un niñito de ocho años.
Pero como yo no quiero revolver más el estómago a mis pocos lectores, que seguro estarían de acuerdo conmigo en opinión, quiero contarles otra reflexión, mucho más banal y de transcendencia supina, en el mundo andaluz.
Tomando el té con mi amiga Kuki y unas conocidas forasteras, hablaban de los “outfit” de los Goya, de los de los César, de cuánto ha adelgazado nuestra presidente de la Junta, de que seguro que ahora lo que pretende es parecerse a Rania de Jordania, de las corbatas en las entregas de premios por escrituras religiosas, que a aquellos que no están acostumbrados, les acaban “machucando” (en el sentido colombiano de la palabra, que no es otro que el de apretar o asfixiar), y todo así. Muy de hora de té.
Y salió el coletas a colación, por supuesto para decir que se echó de menos con sus vaqueros sucios en la entrega de los premios de cine, y que le quedaba el chaqué un poquito peor que mal. Una conversación llevó a otra y a otra más, y entre pasta de té y macaron de trufa, llegamos a los deditos de los pies de Mamen Sánchez Díaz, alcaldesa de Jeré. Esos pobres dedos que se habían sofocado hasta casi el estrangulamiento, dentro de unas sandalias como poco un número menos del suyo, que seguramente las compró en las rebajas “del Desigual” y tenía que amortizarlas.
Como las invitadas forasteras y conocidas no sabían de la foto en cuestión, Kuki, con su amabilidad de anfitriona perfecta, enseguida buscó la foto en Google: “alcaldesa de Jerez, indumentaria” y pulsó el botón de “Voy a tener suerte”. ¡Vaya si la tuvo! En lugar de los dedos compungidos entre tiras de polipiel, apareció Mamen metidita en los enfangados de la lluvia, de la ciudad que alcaldea.
Las forasteras con sus eses y sus jotas, manos a la cabeza, frotábanse los ojos por lo que estaban observando.
Kuki sentía vergüencita ajena (porque con sus amigas es en diminutivo) e intentaba explicar que, en un arrebato de ira y rebeldía de Jerez, la ciudad repeinada, la cumbre del Patrico, la de las crines largas, la copa de fino, las bodegas, los pendientes con mucho brillo (que no de brillantes), había salido alcaldesa. No importaban las explicaciones, ya hacía rato que estaba la foto en decenas de grupos de whatssapp con la señora que, de nuevo volvía a ser noticia por su calzado; esta vez el comentario era que quizás tuviera rozaduras de sus botas de agua, quién sabe si por su merma, a la altura de las ingles.
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría sólo incluye cookies que garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.