La Peña

Era una mañana que invitaba al paseo, hasta que me detuve ante la fachada de un local que hacía esquina y que me llamó la atención por su escudo del Sevilla Fútbol Club. La barra de un pequeño ambigú, varios veladores con unos señores jugando al dominó y unas fotos que me devolvieron a una época entrañable de mi equipo. Al ver mi curiosidad, un amable señor me invitó a entrar, y fue entonces cuando esbocé una sonrisa al contemplar enmarcadas las imágenes de las Europa league conquistadas en el presente siglo. 

El ambiente familiar, la sencillez en el trato y la cercanía a mi domicilio me invitaban a hacerme socio y participar del sentimiento que me unía a los allí presentes, que, desconocidos hasta ese momento, empezaba a sentir como amigos porque había algo que nos unía: el amor al mismo escudo.

Entre las seis acepciones que la palabra Peña tiene en nuestro diccionario, la tercera, la cuarta y la quinta confluyen en el mismo significado, que viene ahora al caso: Corro o grupo de amigos o camaradas; círculo de recreo, y, finalmente, grupo de personas que participan conjuntamente en cultivar una afición o fomentar la admiración a un equipo deportivo.

No tardé mucho en comprobar cómo entraba a formar parte de una peña con solera, cuyo cincuentenario estaba a punto de conmemorarse y que había previsto un evento hemisecular a cuya grandeza todos podíamos contribuir de alguna manera, así que heme aquí escribiendo estas sencillas líneas.

Es difícil referirse a una peña sin hablar de su entorno, el humilde barrio del Fontanal, que, a pesar de figurar hoy día como el de mayor renta per cápita de todos los que lo rodean, sigue manteniendo ese aire familiar con pequeños comercios, cafeterías con un trato cercano y bares con tapas de toda la vida: una peña sencilla en un barrio sencillo, donde aún se recuerdan episodios históricos como la arriada del Tamarguillo de noviembre de 1961, el camino de tierra perpendicular a las vías del tren que había que atravesar para alcanzar la avenida de Kansas City y llegar al estadio Ramón Sánchez Pizjuán, la festividad de San José Obrero el uno de mayo, y la primera salida procesional de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Caridad y Nuestra Señora de los Dolores, el sábado de Pasión.

La afición a jugar al fútbol en la década de los sesenta, la anterior a la fundación del club, se manifestaba con partidos en el campo de Matapollos, actual barriada de san Carlos; en Árbol Gordo, muy cerca de la charca del Burón y de zanjas de alcantarillas que iban al aire libre; en el campo del Español, por donde atraviesan ahora las vías del AVE antes de llegar a Santa Justa. Finalmente, antes de la construcción de la estación, los chavales jugaban en el campo del túnel, cercano a donde comienza el puente del indio que mira a la calle Greco.

Lejano queda aquel dieciocho de febrero de 1973 (el año que detuvieron al Lute en Rochelambert, del golpe de Pinochet en Chile y en el que Carrero Blanco fue asesinado por la ETA) en el que la peña quedó constituida de forma oficial.

Meses antes, en 1972, el germen había surgido en el bar Juan, en calle Jabugo, 13 (antigua sede de la peña taurina del barrio) con unos amigos sevillistas que lanzaron la propuesta de aportar quinientas pesetas cada uno para formar una peña, lo cual hizo que se instalaran en un local de la misma calle, inaugurado por Eugenio Montes Cabezas, ex presidente del Sevilla FC, para después pasar a la calle Pinta, número 12, y de ahí a la actual sede, en calle Pinta, 37 en 2009.

Aquellos jóvenes animosos veían los partidos del Sevillafc en Gol Norte junto a otras tres peñas, cuarteto que fue simiente de la actual grada de los Biris. De aquella época aún continúan como socios algunos de ellos, pero otros ya gozan de los partidos del club de sus amores en el tercer anfiteatro junto a Campanal, Costas, Hita, Biri Biri, Pedro Berruezo, Antonio Puerta y José Antonio Reyes, entre otros.

Los años setenta y ochenta del siglo pasado fueron tiempos de cruzar las vías del tren hasta llegar a Nervión con la esperanza de conseguir algún trofeo que llevar a las vitrinas, aunque  lo más que se pudo disfrutar fue de ver algunas batallas ganadas, pero pasaron décadas y décadas sin gozar de la consecución de una copa.

Hay que resaltar que la peña tuvo a Luis Cuervas, ex presidente del club, como socio de la misma, y hasta aparece Manuel Ruíz de Lopera, vecino de la collación, en una de las fotos de los años sesenta cuando hacía de “aguaor” del equipo del barrio.

Quizás por haber vivido tiempos de escasez, temporadas en segunda división, sustos como el sufrido en Linares el último partido de la temporada 1973 – 1974 a punto de bajar a tercera, se valoren mucho más las seis Europa leagues, las dos copas del Rey y la supercopa de España de 2007, conseguidas en este siglo. Ha habido que esperar a ver nevadas muchas sienes para que los cuadros de las victorias continentales engalanen las paredes del local.

Magnífico pasado, preocupante presente y esperanzador futuro, que nos hace pensar confiados en que, como siempre, lo mejor está por llegar.

Alberto Amador Tobaja: aapic1956@gmail.com




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