La foto de la Primera Comunión

A finales de los años 80, un pobre pícaro llamado Juan Guerra, a la sazón hermano del todopoderoso vicepresidente socialista, acostumbraba a moverse en los negocios con una foto de su hermano vestido de Primera Comunión como santo y seña que le abría puertas y movía expedientes en los ayuntamientos de la comunidad. Sánchez ahora se mueve mostrando 29 segundos de video en los que camina al lado del Emperador o con unas Ray-Ban a bordo del Falcon del Estado, con la esperanza de que eso le sirva para vencer las reticencias para invertir en España de los tiburones de Wall Street o de California, que sólo ven un país al borde del desplome, tiroteado a impuestos y con una encrucijada en lo territorial que amenaza con el colapso de la Nación a la que ahora denominan Matria.

Al histriónico polemista argentino Javier Milei le escuché recordar el otro día la palabras del economista Milton Friedman en las que señalaba que las políticas y programas no se juzgan por las intenciones, sino por los resultados. En España, el resultado es catastrófico, pero témome que en el sanchicomunismo, como en Cuba o Venezuela, también las intenciones son igual de desastrosas.

Debemos añadirle, para empeorarlo, también en palabras del neoyorquino, que “los gobiernos nunca aprenden, sólo aprenden las personas”, así que estamos condenados a un continuum sin paliativo posible, porque, en la idea de Friedman, si gastas tu dinero en ti o en otros, te asegurarás de gastarlo adecuadamente y de obtener el mayor rendimiento de cada dólar; si gastas el dinero de otros en ti, al menos te garantizarás una buena comida, pero si gastas el dinero de los demás en otros, no tendrás la menor preocupación sobre cuánto ni en qué te lo gastas. Y ahí estamos.

A Sánchez los resultados de su gestión le traen al fresco, porque lo suyo es todo mera intención y apariencia, proclama y propaganda, fotos sin significado donde, llegada la ocasión, no logrará apreciarse si fue Messi el que se aproximó a él para solicitarle un autógrafo o si sucedió al contrario, convencido como está de que mucha gente sólo recordará la estampa de “su persona” sonriendo ante un valle de lágrimas: junto a Biden, poseído de un espíritu de magnate rodeado de guardaespaldas con gafas oscuras y entre rascacielos o Norteamérica rendida ante su guapura, que la SER lo traduce de la imagen de una chef española que le estampa un beso de tornillo en la mejilla y sin barbuquejos que le oculten la efigie de acuñación en las monedas.

Todo en Sánchez es un oprobio que causa vergüenza ajena y un dislate colosal, porque lo entrevistan de madrugada en las noticias yanquis y se pone a despotricar de la oposición sin que le pregunten por ello y sin venir a cuento. Imagínense lo que pueda interesarle al espectador americano la opinión de un tipo que no saben ni quién es sobre la oposición en su país y que añade que él se define a sí mismo como alguien que cumple lo que dice. Es un oxímoron, pero encima regresa a España y acusa a los demás de hablar mal de “su persona”.

Sospecho que al PP de Casado los problemas le vendrán a medio y largo plazo, porque el centro-derecha en España no puede seguir mamando eternamente de la teta de la izquierda y cediendo posiciones en lugar de rearmarse a la manera de Aznar para ofrecer algo parecido a un ideario propio que no consista en apenas gestionar sin demasiados fiascos y disparates las imposiciones que le llegan cada vez que un Zapatero o un Sánchez accede al gobierno mediando una hecatombe o una tragedia.

Digo que a medio o largo plazo al PP se le derrumbará esa especie de disfraz que le lleva a dejar en pie todas las tropelías que la izquierda le aprueba cuando gobierna, limitándose a gestionar mejor la economía, porque no sólo de pan vive el españolito, aunque sin pan nos despeñamos en el abismo en cada intervalo de las alternancias.

Sánchez le promete beneficios esplendorosos a una serie de empresarios gringos y su vicepresidenta segunda le agujerea su discurso y le derriba la techumbre proclamando que esos fondos buitres serán bombardeados a impuestos, de modo que para qué molestarse en invertir con un tipo sonriente que sólo parece interesado en las intenciones y en hacerse una foto.

Algo me sugiere que si el PP de Casado ha decidido demonizar a sus socios necesarios, los de Vox, cual si fuesen el Podemos de la derecha, el edificio amenazará derrumbe cuando menos se lo esperen, porque no se puede jugar permanentemente a la extorsión y a la deslealtad con quien te saca las castañas del fuego y Sánchez lo está experimentando en carne propia con sus socios, incluidos los comunistas, los filoetarras y los golpistas. No hay pan para hoy, pero sí hambre para mañana.

He dicho.




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