Pues bien, hemos pasado de que un reglamento de la UE “impide” bajar el IVA de las mascarillas a que si lo bajamos dejamos de recaudar 1.568 millones de euros, que es menos de lo que rapiñan en dietas y sueldos los asesores enchufados por Narciso y por el Marqués de la Camisa Nueva Que Tú Bordaste en Rojo Ayer.
En medio de eso, el mentado y mentiroso aristocratilla declaraba el pasado 2 de septiembre que había votado en contra de la bajada del IVA del 21% al 4% que proponían varios grupos parlamentarios, sólo porque los suyos defendían bajarlo mucho más.
Ahora, sin embargo, el Gobierno asegura que la bajada hasta el 4% les parece “excesiva”, pero que, si no bajan el IVA, intervendrán los precios. Otra vez olvidan que si intervienen los precios caeremos en la carestía del producto, como ya ocurrió al principio de la pandemia.
La protagonista de toda esta basura, les recuerdo, es médico de titulación y sabe de presupuestos lo mismo que mi abuela, pero 1.500 millones, chiqui, eran hasta hace poco una cosa muy mínima para preocuparse al ajustar un presupuesto…, ya saben.
Pero déjenme que les explique yo lo de esta gente, porque Marisú Montero se hace el picho un lío y no se entiende bien si ha dicho que “No es no” o que “Sólo sí es sí” y ya veremos luego si la tienes larga o si la manejas bien, porque en ello se nos va la beligerancia patriarcal y luego nadie quiere ser como sus padres o como sus puñeteras madres que las parió.
Todos sospechamos, sin embargo, que sí es cierto que nadie quiere ser como el padre de la concejala cordobesa de C’s, que ahora debería ser obligada a confesar qué le sucedió con su padre y poder preguntarle si le llevaron a terapia, porque usar el dinero público para sus obsesiones y demonios particulares podría ser considerado prevaricación.
En definitiva, os lo explico, lo que el Gobierno de pop-greso viene a decir sobre las mascarillas es que ellos pueden intervenir el mercado del alquiler y el IVA de los refrescos, subir el precio del gasoil y de la luz, reventar la propiedad privada con un inspector de Hacienda o con un okupa, subirte los impuestos y hacerte pagar las cuotas y la declaración de IVA aunque estés cerrado por decreto, robarte todos tus derechos fundamentales y ejercer la censura o acusarte de delitos de pensamiento, pero… que no puede bajar el IVA de las mascarillas porque a Marisú… no le sale del moño. Clarito, ¿no?
Como pueden ver, se trata de una excusa tonta, claro, ya que no es cuestión de moños, sino de poderle pagar a la clientela que les sostiene el voto cada mes, porque está estudiado que cuanto más se pierde en confianza y apoyo espontáneo de cualquier grupo humano, más cara sale y suben los precios de la lealtad necesaria que te mantenga en el poder y para fijar la fidelidad de los que necesitas para mantenerte aislado.
Soportar a esta tropa es muy duro, pero más duro será librarnos de ellos, enrocados cada día más en el tiempo muerto que hay entre dos convocatorias de elecciones…, suponiendo que haya otras, por supuesto. Y suponiendo, también, que no asistamos a un fraude electoral grandioso, ya sea mediante cambio de la normativa electoral, mediante la implantación de un descacharrante sistema de voto electrónico de Indra y sus secuaces, mediante el transporte masivo de votos por correo o por la simple pirula de incorporar cientos de miles de votos de inmigrantes recién desembarcados en la armada invencible de los cayucos y pateras africanos.
Cientos de hoteles de lujo permanecen cerrados a cal y canto, que es como si frenaran de golpe en Kuwait o en Noruega los pozos de petróleo o si en Apple destruyeran los planos del iPhone.
España no es, desde hace mucho, aquel Imperio donde nunca se ponía el sol, sino una charcutería infame donde no hay día sin una mentira de este Gobierno atroz y descascarillado.
He dicho.
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