La bicicleta estática de Sánchez no avanza

La exuberante demagogia que atañe y en la que se apoya el femicinismo rampante de nuestros días alcanzó un grado excelso con motivo de la purga a la que sometieron al juez Francisco Serrano (aunque después revocada por la instancia superior) y culminó con el caso del ex juez de Murcia Ferrín Calamita, inhabilitado en 2009 por pedir informes sobre la idoneidad de una adopción por dos lesbianas para tratar de proteger a la menor.

Al Tribunal Supremo le importó tres cojones y cuatro ovarios la precaución y la prudencia que alegó y quiso aplicar el juez luego purgado y procedió a avasallar y a reconfirmar la tropelía en nombre de la justicia contra la propia justicia. Todo sea por llevarse bien con la infame corruptela (también intelectual) del femicinismo y de la mamandurria del activismo LGTBI.

A quien habría que imputar y reclamar ahora es a los miembros de aquel Tribunal Supremo y a los de todas las instancias previas que denegaron el auxilio necesario al juez en su ejercicio en protección de la menor para complacer la excéntrica doctrina que lidera desde su ‘ninisterio” una preadolescente del estilo de Greta Thunberg, a la que le han entregado una cartera en el Gobierno del Reino de España y se conduce con ella como si fuera la muñeca chochona que le trajeron los Reyes Magos.

Al Gobierno, sin embargo, no le basta con esta clase de demoliciones de los principios elementales a base de presión ideológica y de extensión ocasional de la hiper corrección política. Prefiere la imposición de brochazo gordo y por la vía directa de sus intereses, por eso nombró para la Fiscalía General del Estado a una agente de su tropa que venía de ser ministra y de lanzar vísceras ideológicas a la oposición y por eso también ahora cree urgente “para luchar contra la epidemia del virus y sus consecuencias” (?) proceder a renovar los órganos del Poder Judicial.

Con un país en quiebra y con las peores cifras de Europa en contagios, Sánchez necesita toda la artillería posible para salir adelante en un escenario en el que todavía la Generalitat está gobernada por un inhabilitado por la Justicia y un ex president se encuentra en calidad de huido mientras los jefecillos de la tribu vascongada se cosen un traje a la medida y se pastelean el negocio con el apoyo de los herederos de la ETA.

La idiotez soberana de la señora ‘ninistra’ y sus diatribas y consideraciones onanistas sobre lo que es o no una mujer son propias para una pieza de comedia del absurdo o dignas de un trabalenguas de Paco Alba para el Carnaval de Cádiz, pero ahí la tienen a ella, abrumada de sí misma, agotada de su misma verborrea que le entontece los silogismos infinitos y los subordinados gramaticales interminables.

La ninistra, para colmo, ha entrado en la tropa de los remendones, encargados en su partido y hasta en el gobierno de poner un parche cada vez que les sale un roto o un descosido, ya sea en forma de tarjetas robadas a sus secuaces o de caja B y financiaciones irregulares del partido.

Para cada maleta narcovenezolana que entra España, los partidos en el gobierno están obligados a inventar una maniobra de distracción, bien en forma de cifras alteradas del covid19, protagonizando una portada en el Diez Minutos o inventando un adelanto del regreso de las vacaciones por acoso. Les da igual y todo vale porque el objetivo es que el ciclista no deje de dar pedales, porque si paran de hacerlo tendremos ocasión de darnos cuenta de que no avanzamos porque el Gobierno cabalga a toda prisa sobre una bicicleta estática como las de los gimnasios. Y así no hay manera.

He dicho.




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