Romero, comienza tu camino. Ese que te viste de peregrino y te conduce hasta su presencia. No olvides quién se encuentra tras esa pesada andadura, póstrate ante sus plantas y llorale cuanto te haga falta. Ella es la Madre que siempre recoge a sus hijos entre sus brazos. Hermano, Ella es la flor que se alzará en tu camino, la Estrella que la noche del domingo iluminará nuestros corazones. Tú serás quien podrá acompañarla y llevarla en volandas haciendo de tus actos una promesa de fe. Y si te preguntan que sentimiento se esconde tras esa medalla contesta sin miedo, como un eco rociero, que es el amor que tu familia te enseñó a vivir.
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