Ayer mismo, en estas páginas digitales de SevillaInfo, el sabio y agudo profesor Alfonso Lazo subrayaba en la acción política del PP, más concretamente de Pablo Casado, “un error de principiante”.
Señalaba, nada menos, que había ignorado “los dos principios fundamentales de la actuación política”, los cuales enunciaba del siguiente modo: pimero, “Los enemigos de mis enemigos son mis amigos”; y segundo, “Siempre hay un solo adversario principal, los otros son secundarios”.
Si quien señala esto, además de gran académico y finísimo analista, cuenta con la experiencia de 19 años como número 2 del PSOE al Congreso de los Diputados por Sevilla, sólo por detrás del muy avezado Alfonso Guerra, haría bien Casado, gran orador y excelente parlamentario, en convocar o visitar a los doctores de su iglesia con urgencia, no sea que el cisma se le convierta en un problema y, cuando empiecen a sonar, nadie se pregunte por quién doblan las campanas…
Cuenta la leyenda que el muy sevillano Miguel de Mañara y Vicentelo de Leca, hijo de una rica familia de Génova instalada en Sevilla al calor del tráfico comercial con Indias, abandonó su vida licenciosa y de farra al escuchar una esquila mortuoria cierta noche en que al doblar un callejón de la ciudad vio pasar un séquito funerario cuyo cadáver era… el suyo propio.
No siempre la vida te presenta avisos o presagios, verdaderos o fantaseados, tan lúcidos y clarividentes, ni tampoco se necesita acudir a una ouija para desvelarnos desde el más allá lo que se avecina, pero a Casado debería bastarle lo ocurrido en las elecciones catalanas como aviso en su navegación de cabotaje antes de hacerse a la mar inmensa de unas elecciones europeas y municipales, previstas para mayo de 2023, y generales, en noviembre de ese mismo año.
Hace mal Casado si pretende olvidar lo sucedido en Cataluña con el resultado que obtuvieron los suyos en Galicia o escondiéndose en el humo de un cambio de oficinas donde hubo un tiempo que cobraba el alquiler Manuel Ruiz de Lopera. Los resultados autonómicos no son necesariamente extrapolables, a no ser que respondan a circunstancias acumuladas similares o, como pudiera ser el caso, a una tendencia reforzada desde otro ámbito. Y puede ser el caso que ciertos errores graves de Casado hayan restado al enjundioso candidato Alejandro Fernández.
Si nadie adelanta elecciones, y no parece que eso vaya a suceder en parte alguna, aquí ya no hay novedad electoral prevista hasta finales de 2022 y serán las andaluzas. De modo que Moreno Bonilla, que está bordando una legislatura bastante por encima de las expectativas de los descreídos, a pesar de las dificultades y el juego sucio con Andalucía del gobierno de Sánchez, tendrá que afrontar esa convocatoria con el buen rumbo y los eficientes resultados de los remeros de su propio partido y de C’s que lleva a bordo, pero, tal vez, con la previsión de nubes y tormentas que amenazan aún desde Génova (la calle), que es, en el poema de Quevedo, donde muere el oro de las Indias enterrado.
Entre el entierro fantaseado por Mañara, el genovés de Sevilla, y el réquiem por las oficinas de la calle Génova, Casado suma ya dos presagios funerales y una esquela catalana antes de afrontar las elecciones en Andalucía, donde quizá no podrían repetir en el gobierno si no es mediante acuerdo con los de Abascal y no sólo con C’s aunque éstos pudieran ensayar una unión del tipo Andalucía Suma en confluencia con el templado Juanma Moreno y el timón firme de Bendodo.
Los diputados andaluces del PP en el Congreso también se vienen mostrando muy activos (Jiménez Becerril, Carlos Rojas, Sol Cruz-Guzmán…), aunque atrapados en la duplicidad de los intereses nacionales de Casado y las reivindicaciones concretas que precisa el gobierno de Moreno Bonilla, extremos que se dilucidarán en parte en los congresos provinciales que se avecinan, empezando, por este orden y desde el 6 de marzo, con Granada, Málaga y Córdoba, que son los que parecen más encarrilados.
Elías Bendodo como hombre fuerte del Gobierno y la contundente Loles López como secretaria general de los populares andaluces parecen haber logrado pax romana en esas tres provincias, sin fricciones serias con la gente más cercana a Casado. Pero en Sevilla, Cádiz o Huelva el asunto se presenta bastante más incierto, sin que nadie rinda insignias ni estandartes, más teniendo en cuenta que de los cónclaves que se conformen tendrán que salir los candidatos a las municipales. Y ojo si no habrá que otorgar sitio entonces a lo que previsiblemente sobreviva en C’s.
La pelea es sorda, de momento, pero acumula presión como una cámara hiperbárica a medida que se aproximan las fechas y no sería lo deseable que volvieran los tiempos de las filtraciones envenenadas en la calle San Fernando después de que Virginia Pérez lograra atravesar aquel arroyo empedrado.
Si en esa mar de fondo, que se barrunta pero no salpica, continúan los errores de Casado que señalaba el profesor Lazo, aflorará oleaje, más aún si Vox no yerra su trayectoria de bonanza electoral que partía de la casi nada.
Un solo adversario principal y atentos a quiénes son los enemigos de tus enemigos para no transformar la rivalidad política en una merienda caníbal. Y una única advertencia por mi parte: la renovación del CGPJ en las condiciones que pretende Pedro Sánchez, dando entrada a Podemos por la puerta falsa y a ERC en sustitución de CiU, sería una debacle y más de medio entierro para la democracia.
He dicho.