No hace falta mirar las vísceras de un ganso ni invocar en una ouija las almas para adivinar que Inés Arrimadas se va a pegar un tortazo colosal en su intento de negociación con Sánchez. El único error de la jerezana es haber creído que Sánchez es capaz de respetar algún acuerdo o de querer algo que no sea su mera sumisión y silencio.
Durante la sesión de investidura, Sánchez negoció con Esquerra su apoyo a cambio de convocar de inmediato una mesa de negociación para celebrar un referéndum en Cataluña. En el mes de junio, cinco meses después, Arrimadas le prestó a Sánchez su apoyo para sacar adelante el decreto de un nuevo estado de alarma a cambio, entre otras cosas, de olvidarse de esa mesa de negociación con los catalufos. Arrimadas, incluso, incurrió en varias mentiras para justificar su apoyo, como cuando proclamó que si no se renovaba el estado de alarma las ayudas de los ERTE quedarían sin efecto de inmediato.
En septiembre, Sánchez vuelve a cerrar un acuerdo para la aprobación de los presupuestos con Esquerra a cambio de convocar de inmediato la mesa de negociación para el referéndum y, de paso, se compromete a reformar el delito de sedición en el Código Penal como le pedían los independentistas… ¿Qué puede salir mal?
Es cierto que Arrimadas y su partido están jugando una partida a la desesperada, porque todo viene de una lectura errónea de su último batacazo electoral que se niegan a reconocer. En C’S siguen pensando que su error fue no prestar su apoyo a Sánchez en la primera ocasión, lo que equivale a creer que el acuerdo de gobierno con Unidas Podemos se hizo a contrapelo o con el gesto torcido de Sánchez. Y no es cierto, simplemente no es cierto.
Lo primero que tendrían que hacer en C’s es darse cuenta de que Sánchez es un individuo patológico que carece de toda clase de principios, al que lo mismo le da pactar con Hitler que con Stalin o con la reencarnación de Mahoma si hiciera falta y que no existe en él la menor preferencia de fondo para meterse en la cama con unos o con otros porque su objetivo final es mentir e incumplir lo que haga falta.
Arrimadas piensa que, si le das la oportunidad a Sánchez, éste siempre preferiría acunarse en los brazos de un partido más o menos centrista y acomodaticio que encamarse con los radicales pro comunistas. Y eso no es verdad, porque a Sánchez le importa el comunismo, la Monarquía o la estabilidad y la gobernabilidad de España lo mismo que a Monserrat Bassa, un comino, si no es él el que maneja el BOE. Y está convencido de que mantener a C’s y al resto de partidos metiendo trompadas contra las paredes y entre ellos es lo que mejor le sienta a su permanencia en el poder.
Mientras el presidente juega al teto con el cabal y bienintencionado Edmundo Bal y somete a un ridículo constante a Inés Arrimadas, estos dos siguen pensando que su sacrificio es “patriótico”, por el bien de España, pero no parecen percatarse de que van de cabeza al matadero y que nada de lo que acuerden va a ser incorporado en la tarea irrefrenable de demolición del Estado que está llevando a cabo un individuo enfermo de sí mismo.
Mientras tanto, la Fiscalía General del Estado, habida cuenta que en España no ha pasado ni está pasando nada digno de relieve en el ámbito penal, ni siquiera con 50.000 muertos y con una catarata de disparates en la gestión de la epidemia, señala en su última memoria que algunas señales de tráfico son… ¡machistas!, lo cual deja bien claro la que se nos avecina.
Pierde el tiempo Arrimadas, a la vez que la dignidad política que acumuló mientras presidió el Grupo Parlamentario en el Parlamento de Cataluña. Sánchez no le otorga ni el papel de subalterna ni le agradece el menor servicio prestado y a este paso llegará el día en que invitará muy pronto a sus diez diputados a que se integren en el PSOE, a alguno de los cuales quizás hasta les pagaría un justiprecio, como ya ocurre con sus concejales en numerosos ayuntamientos de España y como ocurrió en su día con muchos de los dirigentes del PSA en Andalucía.
No, no se equivocaron al no dar su apoyo primigenio al PSOE de Sánchez. Su error principal fue contribuir a la caída de Mariano Rajoy, no tanto por la figura del ex presidente del PP cuanto porque le abrió las puertas a esta epidemia mortal que no es el covid19, sino el sanchicomunismo de un irredento que si está ahí es sólo porque se lo permitieron a pesar de sus traiciones constantes a la palabra y alérgico a cualquier compromiso que no sea consigo mismo.
La única manera de vacunarse contra el sanchismo es confinar a su líder entre rejas.
He dicho.
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