Con unas elecciones locales que decidirán el futuro del partido en la segunda ciudad más importante de la corona metropolitana de Sevilla, el panorama no pinta halagüeño. Dos son las candidaturas que se presentan en el próximo congreso y ambas son de los renovadores. La diferencia es que una, la de José Manuel Villanueva, actual concejal del Ayuntamiento, es seria y formal y la otra, la de Rosalía Fernández-Llebrez, está más cerca del folklore que de alguien capaz de afrontar las riendas de un PP instalado en la oposición municipal permanente.
Ahora se abre una oportunidad para que los militantes del PP alcalareño vayan a las urnas. Hay que elaborar un programa, comprometerse con la militancia, desnudarse -en el sentido figurado de la palabra-, sobre el pasado y el futuro de cada candidato. Lo que no vale son las malas artes, suplir la poca preparación política e intelectual con la astucia, el regate en corto y las triquiñuelas. Unas elecciones internas son algo serio, y no es de recibo que el voto de los que llevan toda la vida en el partido valga lo mismo que los recolectados por militantes de ocasión, afiliados aprisa y corriendo a última hora sin otro objetivo que sumar para derrotar al contrincante. Así, no se hace un partido. Se podrá construir un movimiento de revancha, un quítate tú para ponerme yo, una entelequia en la que colocar a los tuyos sin tener en cuenta a los demás, y no por razones ideológicas sino meramente tácticas.
José Manuel Villanueva es de lo mejorcito que tiene el PP de Alcalá de Guadaíra ahora mismo. Hombre hecho a sí mismo dentro de las telas del partido, buen analista, dialogante, trabajador y leal. Cuando le encargaron la comunicación local el PP era un secarral. Gracias a su encomiable esfuerzo muchos de los presuntas corrupciones y escándalos del anterior alcalde, Antonio Gutiérrez Limones, son hoy conocidas en toda España. El decidió dar un paso adelante y se sumó a la renovación del PP de Sevilla apoyando a Virginia Pérez, pero sin menospreciar la labor de sus compañeros y la experiencia de los que no lo hicieron. Eso le honra. Villanueva no es un “submarino” de los oficialistas, ni un arribista de última hora; es una oportunidad que la militancia popular alcalareña tendrá que sopesar si no quiere equivocarse seriamente.
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