Cada vez que pienso en el esfuerzo realizado por mi generación en irse adaptando a los nuevos tiempos, me sorprendo al comprobar cómo no ha habido un período desde finales de los años cincuenta del pasado siglo, en que hayamos ido dejando atrás objetos, herramientas, métodos de trabajo, hábitos, lenguaje, …. la lista sería interminable, pero hemos podido sobrevivir a tanta innovación.
Suelo poner como ejemplo el uso del papel carbón para coger los apuntes a un compañero que no podía asistir a clase, o para darle una copia del acta a cada equipo cuando terminaba de arbitrar un partido en la década de los setenta, mientras que ahora se graba un audio para ser enviado, o bien se adjunta el documento a un mensaje de whatsapp con el móvil.
Somos animales de costumbres, y cada cambio suele venir acompañado de una resistencia, que con el tiempo es vencida cuando comprobamos que la innovación nos aporta comodidad, más tiempo libre o un menor coste. Los discos de vinilo dieron paso a los cassettes, sustituidos más tarde por los CD, y estos a su vez por los pen drive y luego spotify. ¡Y qué decir de esas aplicaciones informáticas que venían a sustituir a la anterior, pecisamente ahora que ya había conseguido adaptarte y dominarla!
Recientemente leí un artículo en una revista especializada y que interpreté como una serendipia o hallazgo valioso que encontré de manera casual, pues venía a decir que el reinado de Google, nada más y nada menos, temblaba con la llegada de ChatGPT, un sistema de chat de inteligencia artificial que ha resultado ser una sorpresa para todos.
Se trata de un modelo de lenguaje de Inteligencia Artificial (IA) generativa GPT-3 desarrollado por la empresa OpenAI, fundada en 2015 por Elon Musk (director ejecutivo de Tesla entre otras responsabilidades) y Sam Altman (ejecutivo que lanzó al mercado Airbnb y Dropbox entre otras startups) en San Francisco, que permite el aprendizaje continuo y cuenta con la capacidad de generar textos coherentes y naturales, pero a la vez, elaborados y complejos, a partir de indicaciones sencillas.
Esta IA ha sido entrenada para mantener conversaciones con cualquier persona. Sus algoritmos deberían ser capaces de entender lo que le estemos preguntando con precisión, incluyendo adjetivos y variaciones que añadamos en nuestras frases, y de respondernos de una manera coherente. Lo más sorprendente es que es capaz de darnos unas respuestas muy acertadas y completas, incluso de varios párrafos. Además, en estas respuestas es capaz de expresarnos de manera natural y con información muy exacta, lo que hace muy complicado distinguir que el texto haya sido generado por IA.
Las alarmas han saltado en el mundo de la programación y de la educación, ya que estamos hablando de un nuevo lenguaje que revoluciona la forma en que se codifica la información, y que interactúa con el usuario acortando las búsquedas a las que nos tienen acostumbrados los buscadores como Google.
Alphabet, la empresa propietaria de Google, y Microsoft, propietaria de Bing, ya están trabajando en sus versiones de chats inteligentes (la de Google se llama Bard y se lanzó a principios de año) ante el reto que supone ChatGPT a la hora de buscar información, porque la nueva aplicación nacida en noviembre de 2022, permite una personalización mucho mayor a las necesidades del usuario, al devolverle un resultado muy ajustado a lo que se le ha pedido.
Estamos ante algo que tiene el potencial de aumentar y acelerar el conocimiento, impulsándonos hacia una nueva era de colaboración hombre – máquina, un mundo donde la información esté disponible para todos, siempre y cuando logremos encontrar formas de preservar la confianza en la precisión y procedencia de dicha información.
La revolución que trae ChatGPT afecta a diversas tareas y procesos, pero en lo particular tiene un impacto especial tanto en la redacción de contenidos como en la búsqueda de información y la investigación (trabajos de fin de grado, tesis doctorales, etc.)
Es cierto que el poderío de Google es inmenso, y que a la nueva aplicación le falta desarrollo, información y adaptación a lo que busca el usuario, pero está claro que nos encontramos ante un cambio radical en el progreso de la inteligencia artificial, y es previsible que, con el tiempo, esta tecnología cambie la forma en la que interactuamos con los ordenadores.
Fue don Miguel de Unamuno quien dijo: “Las cosas se hicieron primero, su para qué, después. Que me den una idea nueva, cualquiera, sobre cualquier cosa, y ella me dirá para qué sirve”. El progreso no llega con el descubrimiento, sino con el uso que hacemos de él.
Alberto Amador Tobaja: aapic1956@gmail.com
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1 Comment
interesantísimo, Alberto.
Había oído ya algo al respecto y representa toda una revolución.
Cómo apuntas, no nos daremos cuenta de cuánto nos va a cambiar la vida hasta que no empecemos a utilizarla habitualmente.