La aparición de Felipe y Alfonso Guerra, juntos por primera vez desde hace muchos años, en el Ateneo de Madrid para la presentación del libro de Alfonso, ¨La Rosa y las Espinas¨ ha levantado una polvareda muy divertida. Lejos de fijarse en la crítica que los dos antiguos, que no viejos, dirigentes del PSOE, están haciendo a toda la gestión de Pedro Sánchez y muy particularmente, a la amnistía que el pimpollo de Moncloa está negociando con el Carlos Puigdemont, para no cambiar de dirección postal en los próximos cuatro años, toda la prensa y todas las televisiones, se están dedicando a llamarles viejos machistas.
Da igual que Alfonso Guerra haya sido diputado durante treinta y ocho años, vicepresidente del Gobierno durante nueve años y vicepresidente del PSOE durante dieciocho años y que Felipe haya sido Presidente del Gobierno durante 14 años y Secetario General del PSOE veintitrés. Todo da igual, Alfonso es un machista que ha osado preguntar si doña Violante tiene tiempo de pensar entre peluquería y peluquería y con su machismo tiene muy alteradas a todas las feministas de tertulias televisivas, como Cristina Almeida, esa anciana abogada de 79 años que desde su silla de tertuliana de la Sexta ha dicho que los dos, Felipe y Alfonso, además de ser unos machistas de libro, no son de esta época, son dos ancianos octogenarios que no entienden de que va la cosa. Ella, tan joven, tan delgadita y tan mona – los años no pasan por ella, sigue igual que en el 68 – sí está facultada para largar todas las estupideces que se le ocurren, ella es intemporal. Cristina dice que hay que saber retirarse a tiempo y que ella también va a la pelu.
Lo de las políticas feministas de peluquería no tiene final, son cansinas a más no poder y, la verdad, conforme está el patio sus simplezas no solo no tiene importancia sino que dan un poco de grima y le hacen a una pensar que las estúpidas leyes con las que nos van cercando son fruto de los rulos calientes y apretados que se ponen dos veces por semana y de las tenacillas que les desestructuran las melenas.
Feministas de peluquería y tertulia, plumillas de todos los medios de comunicación y tertulianos varones, todos ellos llevan desde el pasado miércoles sacando tiras de Alfonso y de Felipe, parece ser que por que tiene más de ochenta años y se han vuelto a reunir en público después de treinta años sin hacerlo. Está claro que el agua que bebe esta gente está bendecida por el pimpollo monclovita, adalid del neo feminismo, padre protector de una “juventud” descerebrada e impulsor de una ley de amnistía sin otro objetivo que mantener su culo en la Moncloa.
Alfonso y Felipe tienen en su trayectoria muchas cosas criticables, como no puede ser menos en dos personas que han estado en política desde 1974 hasta 1997, pero criticarles por reunirse de nuevo, por machistas y por ser ancianos es lo de lo más estúpido que he visto en lo que va de año. Esa crítica generalizada contra dos personas a las que se pretende silenciar alegando para ello que tienen más de ochenta años y que su época pasó, me parece, además de indigno, algo muy peligroso, que puede que nos lleve – según les aprieten los rulos – a ver como redactan y aprueban leyes contra los ancianos lucidos. De gentes que hacen leyes dándoles derechos a las ratas, se puede esperar cualquier cosa y nada bueno.