Con el lema “España lo único importante” el centro derecha español inició su andadura política en la democracia española, simbolizando la manera de ser y de actuar de su líder y fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga Iribarne.
Años después, en 1989, adaptándose a los tiempos, consolidada la democracia y una vez reforzado como partido alternativa a la izquierda en el poder, el centro derecha se refundo en un nuevo partido que bajo el nombre de Partido Popular, trajo a la sociedad un nuevo liderazgo en la persona de José M° Aznar quien pedía a los españoles “avanzar en libertad”, dando a entender a los españoles una nueva concepción del ejercicio de la política. Desde entonces, el centro derecha ha gobernado durante 16 años de los 43 que tiene el sistema democrático de nuestro país, siendo Mariano Rajoy, el último presidente de gobierno que ha ejercido el poder, hasta que fuera desalojado por una moción de censura, injusta, traidora, en la que un socio calificado como “nacionalista democrático“ vendió por un plato de lentejas su apoyo a los populares para echarse en brazos de lo que parecía un socialismo democrático y que el devenir de las cosas califica como un gobierno caudillista de la izquierda española, encabezado por Pedro Sánchez.
Como consecuencia de esa traición de un socio, el centro derecha, los populares, se vieron sumidos en una profunda crisis interna, en la que se debía producir un relevo de liderazgo, un nuevo mensaje a la sociedad y la reconstrucción de un partido que aunque en sus genes estaba claro que existía para ser un elemento de servicio a la sociedad, se había quedado en shock traumático por haber sido desalojado del poder, sin entender por qué, a pesar de ser el partido elegido por los españoles para gobernar, por un socialismo que sin mayoría suficiente, había recurrido a la totalidad del arco parlamentario de la izquierda, incluido un grupo político comunista, de tinte populista, disfrazado de “nueva política”, además de usar a otra formación, Bildu, brazo político de la extinta ETA, formación que por sus orígenes constituía una línea roja, de la democracia, que no resultaba muy ético que fuera atravesada.
Desde entonces a hoy, el centro derecha, intentó recomponerse mediante un congreso extraordinario, duro, doloroso y que generó heridas mal cicatrizadas, dando el liderazgo a un joven presidente, Pablo Casado, que con más voluntad que acierto, intentó regenerar el partido, darle nuevos aires, dejando de lado a decenas de dirigentes por el mero hecho de tener “canas” pero con el grave defecto de contar con un grupo de dirigentes nobeles, que por generación y edad, apenas tenían experiencia en la gestión política.
A partir de ese momento, el centro derecha, empezó a dar bandazos en su estrategia de ubicación, que unas veces por exceso hacia posiciones de centro, otras por defecto hacia posiciones de centro derecha, hicieron del liderazgo del PP, algo inconcreto, desconcertante, variable y sin criterio que le hiciera previsible.
Junto con esto, se dio la circunstancia de que estos nobeles dirigentes, que se encumbraron a la dirección del PP, con el único bagaje de ser jóvenes, sin conocer el partido desde dentro del mismo, dedicaron todos sus esfuerzos a remodelar el partido a su medida, nombrando cargos, controlando provincias y regiones, fuera de las necesidades reales de la formación, hasta el punto de que estar en la dirección era su único fin, sin que nada ni nadie pudiera ser obstáculo para conseguirlo, siendo el principal ejecutor de esta tendencia, su secretario general, García Egea, cuyo currículum además de las malas formas, era el de “campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna”.
Todo esto, les iba por buen camino hasta que tropezaron con Madrid y su lideresa emergente Isabel Díaz Ayuso, quien a pesar de haber surgido del núcleo duro del casadismo, voló sola en la principal comunidad por importancia política española, con un buen equipo, mejores asesores y con un desparpajo que le ha convertido en el icono político de un centro derecha que ejerce la ”política de otra manera”, haciendo una oposición dura, directa y sin complejos a la izquierda española, al presidente del gobierno y al populismo extremista de izquierdas, derrotados y traumatizados una y otra vez, cuando Díaz Ayuso les hace frente.
Precisamente, Díaz Ayuso algo así como “la diosa encarnada en mujer” del centro derecha madrileño, ha sido la debacle de un liderazgo inseguro, inexperto, de la dirección de un partido que quería guardar su silla, ante ese huracán que supone “la diosa madrileña”, más preocupados por la rivalidad que esta pudiera hacerles para seguir en el poder, que el valor que ella supone para ganar elecciones.
Podríamos seguir haciendo un relato novelesco de todo lo sucedido en el PP, pero como este sábado inicia un nuevo camino con un Congreso Extraordinario, que al igual que el de su refundación hace 33 años, va a tener lugar en Sevilla, con Alberto Núñez Feijóo postulado a la presidencia por aclamación de los barones del partido y de su militancia, con un total de 55 mil avales, cabe preguntarse cómo se plantea el futuro del partido que autocalificándose como “partido de estado”, quiere ser la alternativa a una manera de gobernar y a una izquierda sometida a Pedro Sánchez.
En este sentido cabe señalar que Feijóo ha manifestado claramente ser un “hombre de gestión”, poniendo como muestra sus 4 mayorías absolutas en Galicia, dejando claro que su política tiene una perspectiva de centro, capaz de aglutinar a todo lo que no sea PSOE, es decir, desde la social democracia moderada, hasta el espectro liberal conservador, para tener como objetivo sacar a España del atolladero y desastre generado por un hilarante gobierno de Sánchez, que desde la propaganda y la ausencia de realidad gobierna España.
Feijóo que ha recorrido España en 17 actos en la práctica totalidad de regiones españolas, ha generado tranquilidad a una militancia todavía en estado de shock, que en muchos casos incluso ha pasado por depresiones por todo lo que ha sucedido en el PP. También Feijóo genera ilusión porque sus palabras suenan “bonito” para un sector de la sociedad que desde 2018, comprueba a salto de mata e impotencia el devenir de su partido, se va a encontrar con dos encrucijadas a la hora de poner en marcha su proyecto político, para lo que se siente “PREPARADO “.
La primera de sus encrucijadas, será convencer a su militancia y electores que su proyecto político será el de siempre, moderado, reformista pero que pueda ser asimilado desde el centro y centro derecha, sin complejos, tal y como ha sucedido en España a lo largo de 43 años, en donde, ser de derechas se camufla con la palabra centro de por medio, por miedo a ser considerado radical. En esta encrucijada y si las inminentes citas electorales se lo permiten, Feijóo debe hacer una definición clara de cuál va a ser su fundamento ideológico para evitar desconcierto y sobre todo, para que algunos de los valores de su proyecto, no sean contaminados por un populismo que acusando a los demás de cobardes, se los quiere apropiar.
La segunda de estas encrucijadas a las que va a tener que hacer frente el nuevo líder de populares es la de dar vida nuevamente a su partido desde la militancia, para que ese partido “que es de todos” y “de estado”, cobre vida, sea participativo, sea el eje de esa maquinaria de una España que es lo único importante, acercando a sus cargos públicos a esa sociedad que en numerosas ocasiones, se siente alejada de la política, por desinformación del trabajo de estos y sobre todo porque las decisiones que se toman, a veces no son entendidas ni explicadas, cuando deben prevalecer los intereses generales de España, por encima de todo.
Núñez Feijóo no lo va a tener fácil, va a tener que trabajar duro para conseguir su objetivo de servir a España gobernando, porque es indudable que está PREPARADO, que LO VA A HACER BIEN y que en su cabeza, ESPAÑA, ES LO ÚNICO IMPORTANTE, ¿pero alguna vez ha sido fácil ser del PP, servir a España gobernando, sin que actitudes cainitas pretendan destruirlo?
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