En el segundo semestre de 2023 le corresponderá a España la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea; un período que, conociendo el enfermizo protagonismo que caracteriza a nuestro narcisista presidente de Gobierno, promete proporcionarnos momentos inefables para la historia de la humanidad.
Con la que le está cayendo por aquí y con unas Elecciones Generales a las puertas, en un ambiente donde apenas podrá moverse por España sin suscitar encendidas adhesiones populares de contundente rima consonante, lo previsible es que durante ese semestre vaya a estar más tiempo fuera que dentro, luciendo palmito y abrazando a todo lo que se menee. Que no habrá acto internacional que se le escape ni evento susceptible de explotarlo electoral o personalmente, que no honre con su petulante presencia. Sus habituales desplazamientos en Falcon por España se van a quedar en viajecitos de tiovivo comparados con los que se pegará el doctor junto a la catedrática Begoña impartiendo lecciones de ética sanchista sobre la importancia de la verdad y el valor de la palabra dada.
La pena es que durante ese tiempo no podremos disfrutar de sus gestuales y vanas peroratas ni de sus espontáneas representaciones con “anónimos” militantes socialistas. Pero no pesemos sólo en nosotros; seamos generosos y no descartemos que, tras cogerle gusto a la cosa, se nos quede desfaciendo sepulturas por medio mundo para pasar a la historia siendo recordado por su heroica lucha contra los muertos.
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