Sé que a muchos no les resultará fácil de creer, pero ayer, en la Comisión para la Reconstrucción del Congreso de los Diputados, el PSOE corrigió su voto para rechazar, junto con PP, C´s y CC tanto la derogación de la reforma laboral como un impuesto específico sobre las grandes fortunas. Como saben, Vox abandonó hace muchos días dicha comisión, así que no tuvo que votar.
Este giro de estrategia del Gobierno, en consonancia con lo que sabe que la UE le exigirá para recibir los créditos de ayuda, generó las protestas de ERC y Bildu y algo más tibias de Podemos.
A Sánchez le vale todo y su intención es siempre la del pasteleo para mantenerse en el poder, sin importarle la eficacia de las medidas que se adopten ni la solución de los problemas. Sánchez sólo tiene un plan: seguir en la Moncloa y, en aras de eso, le da lo mismo firmar con Bildu y con Podemos la derogación de la reforma laboral, que votar en contra por exigencias del Banco Central Europeo.
Pero la rueda de sus mentiras nunca tiene fin, porque, apenas encuentre la ocasión, procederá a derogar la reforma laboral (o hará como que la deroga) para contentar a los radicales de la zurda… Y vuelta a empezar. Por eso, Echenique, tan cínico como Sánchez, dice que no le preocupa la derogación, porque forma parte del pacto que firmaron en su día y que, tarde o temprano, de aquella no quedarán ni las raspas.
En ese océano de estafas grandes y pequeñas se ahoga en nuestros días la política española. Y nadie sabe por dónde va la vaina.
Conviene alzar la vista y mirar más lejos, no enfrascarse en el regate corto, o no comprenderemos nada. La intención de Sánchez es no apearse ya jamás de la Moncloa y en ese mismo objetivo se encuentran sus socios de Podemos, incluso, si fuere necesario, trampeando en las elecciones.
En realidad, los de Podemos eliminarían los comicios tal y como los conocemos y los convertirían en algo parecido a esa farsa que celebran internamente a través de ordenadores. Sánchez, tal vez, no se atreve a tanto, pero no dudará en utilizar a Tezanos, la atomización de partidos y los pactos hasta con el diablo para no moverse del sitio.
En mitad de este pandemonium, recurrirá a radicalizar los discursos a través de los medios, ya sea desmantelando la cruz del Valle de los Caídos o decretando que beber agua de un pantano es apología del franquismo. Cuanto mayor sea la división en la sociedad, más grupúsculos tendrá para pactar cosas que luego cumplirá o no, según le favorezca a su permanencia en la Moncloa, mientras Iñigo Urkullu dice que él no es español y “sólo me siento vasco”.
Por mí que se sienta lo que quiera, hincha del Athletic o sartén con asas, pero que es españolazo hasta la boina, de eso no hay ninguna duda, aunque a este paso tendremos que fundar un partido que se llame “España también existe”, como si todos fuésemos Teruel.
Enciendo las luces largas y lo que vuelvo a ver creo haberlo dicho en otras ocasiones: si la OCDE, el Banco de España y otras instituciones fueron elevando sus previsiones en la caída de nuestro PIB hasta situarlo por encima del 12,5%, permítanme que yo lo eleve bastante más allá de esa cifra. Mi apuesta es que caerá no menos de un 20%.
Y lo mismo ocurre con el paro… Si en este momento nos dicen que hay unos cinco millones de españoles entre parados y trabajadores bajo un ERTE, estoy convencido de que la cifra de parados será muy superior incluso aunque no se produzcan rebrotes graves de contagios que obliguen a un nuevo confinamiento severo. Pongamos una cifra que no se olvide y a la que agarrarnos la memoria dentro de unos meses: por ejemplo…, ¿siete millones? ¿Ocho? Elijan, pero me parece que la posibilidad es bastante verosímil y que no exagero.
Las locomotoras de la producción industrial básica se están atascando o se han ido; el turismo, que por sí mismo es el 13% de nuestro PIB, no levanta ni levantará cabeza porque la mayor parte de Europa y del mundo desarrollado sabe que no es el momento de hacer muchos viajes fuera; el campo no resiste mucho más y el otro cuento chino de la transición ecológica y la digitalización son mantras sin definición que a priori no producen beneficio alguno, sino costes añadidos.
El Estado hace mucho que tiene agotadas sus reservas porque la deuda nos envuelve, así que no vivimos ni de prestado, de modo que el Gobierno sólo puede mirar a las empresas y a sus ciudadanos para efectuarles una sangría en forma de recortes, más impuestos y, a la vez…, ¡más gasto!, que será irreal, porque la caída de los ingresos no lo permitirá y es contradictorio, pero necesitarán prolongar la apariencia.
El desplome de la recaudación, a pesar de todo, será colosal y las pensiones quedarán algo más que congeladas, temblando.
Que exista aún una parte de la sociedad que, por mero sectarismo ideológico, niegue o minimice la responsabilidad de este gobierno en la catástrofe que ya tenemos no puede ser otra cosa que una patología difícilmente reparable.
Mal momento, además, para intentar acabar con la educación concertada y con la sanidad privada, que ahorra miles de millones al Estado y genera empleo real, no la usual falacia de estilo cubano que pregona que no hay desempleados porque todos son ‘trabajadores’ del Estado.
El gran sueño y la gran tarea por delante no es la recuperación, sino administrar toda esta miseria.
He dicho.
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2 Comments
Todo lo que he leído pues genial y muy acertado..
Por tal motivo suena tanto: lo de “DiICTADURA BOLIVARIANA”
Para quedarse en la Moncloa.
“LOS ESPAÑOLES TENEMOS QUE SEGUIR SALIENDO A LA CALLE Y PEDIR DIVISION DEL GOBIERNO”
Muchas gracias, Isabel, por seguirnos.
Esto no pinta nada bien.
Un saludo.