El retorno

¿Se han fijado ustedes en que todos los años, en los primeros días de septiembre, de forma recurrente, los informativos (  ) dedican unos minutos a hablar sobre el “síndrome” post vacacional y el “trauma” que supone volver al trabajo tras haber disfrutado de unas merecidas vacaciones?

Teñido de un lenguaje pseudo psicológico, el gesticulante locutor televisivo que suele entrevistar al primero que se cruza en su camino, parece tener la fórmula secreta que nos ayuda a vencer este duro período y que, al parecer, requiere de un sobreesfuerzo para ser superado.

Vayamos por partes: ¿todo el mundo puede disfrutar de vacaciones, entendiendo éstas como un período estival, casi siempre en agosto, alejado del hogar, en la playa o en la montaña y totalmente desconectado? Según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) referido a 2020 y publicado hace dos meses, el 45,4 % (casi la mitad) de los andaluces no puede permitirse ir de vacaciones fuera de casa ni una semana al año, porcentaje sólo superado por Ceuta y Canarias, frente a un 34,4 % de media en España.

Por cierto, que identificar descanso con agosto nos ha llevado a que sea un mes de temporada alta, con precios más elevados y mayor aglomeración de público en todas las latitudes. Es verdad que son muchos los que no se pueden plantear las vacaciones en otra época (trabajadores de fábricas, docentes, pequeño comercio,…) mientras que los que veranean en julio disfrutan de días más largos, precios más baratos y menos afluencia de público, y luego en agosto, de menos estrés en el trabajo.

Alejado del hogar es un decir. Pertenezco a una generación cuyos padres estrenaron el calificativo de “Rodríguez”, cuando con la llegada de los años setenta del pasado siglo, la madre de familia / ama de casa se iba con sus hijos a la residencia de verano, que casi siempre era “en cá la yaya” (en casa de la abuela), mientras el pater familiae se conformaba con compartir los fines de semana. De ahí pasamos a los turnos quincenales en residencias de verano, que antes eran de Educación y Descanso (sindicato vertical) y con la democracia de los actuales sindicatos.

La pérdida de poder adquisitivo sobrevenida con la crisis de 2008 y más tarde con la pandemia del dichoso COVID 19, ha hecho que hoy día sea la decena el período más contratado por los afortunados que se lo pueden permitir, lo que ha provocado que en los restantes días de asueto, muchos redescubran su ciudad o su pueblo en verano, disfrutando de sus calles, menos abarrotadas, de las facilidades para aparcar o de sus terrazas.

¿Realmente conseguimos desconectar en verano? ¿Somos capaces de no mirar el whatsapp, facebook o instagram durante un día? ¿Nos atrevemos a dejar atrás el portátil cuando intuimos que van a ocurrir incidencias que van a requerir de nuestra intervención?

Sin embargo, a lo que me quería referir cuando comencé a escribir estas líneas es al tono cansino con el que se expresan algunos cuando vuelven al trabajo, sin pensar en tantas personas que darían algo porque su despertador sonara a la mañana siguiente para indicarles que les espera una tarea, un equipo de trabajo o una clientela, y que no encuentran la forma de que esto ocurra, a pesar de los cursos realizados, los idiomas que dominan y los currículum entregados.

Son los mismos que comienzan la semana diciendo “Uf, otra vez lunes”, asumiendo que el trabajo es un castigo divino, cuando el castigo bíblico no es el trabajo, sino el hacerlo con el sudor de la frente, porque cuando existe vocación de servicio, conciencia de utilidad en la tarea, el trabajo se vive como un regalo divino que te permite ser colaborador en la gran obra de la Creación, y entonces, el retorno al tajo, se convierte en una bendición.

Alberto Amador Tobaja: aapic1956@gmail.com




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4 Comments

  1. Sergio dice:

    Estupendo lo de las vacaciones en Julio, llevo años yéndome en en ese mes por todo lo expuesto. No le quito ni una coma.
    Y también muy triste por todos aquellos que no se pueden ir, a ver si algún día cambia la situación.
    Me encantan sus artículos Alberto. Mi enhorabuena.
    Un saludo.

  2. Didaqus J dice:

    Incluso teniendo trabajo, Profesor, la gente sigue quejándose. Supongo porque confunde el hecho de que el trabajo con esfuerzo, sacrificio y compromiso, no podría ser más que una bendición y no una maldición. Y, por esa razón, nos expulsaron del paraíso. Era mejor ganárselo!! Gracias, PADRE.

  3. José Antonio Molino dice:

    Yo creo que lo del “síndrome post vacacional ” es otro invento comercial posmoderno para hacernos creer que necesitamos continuamente ayuda para todo. Es verdad que los cambios de rutina, de entrono, de horario, etc, pueden “alterarte” en cierta medida, pero de ahí a pillar un “síndrome” creo que va un mundo. Además, en 10 días que dices que es la media de vacaciones te da tiempo a crearte un síndrome?….. No recuerdo a mi padre con síndrome de ningún tipo, ni yo lo he sentido nunca. Quejarse de las vuelta al trabajo y de los lunes es absurdo. Sea o no un trabajo que te guste, tenemos que dar gracias de tenerlo y en el amanecer de cada lunes, van contando los segundos que te llevan….. hasta otro viernes. Otra cosa es que haya gente que en vez de ganarse el pan con el sudor de su frente, lo hacen con el esfuerzo ” del de enfrente”, ahí sí que ya te tocan el síndrome. Feliz semana

  4. Charo dice:

    Siempre me pregunto por qué me mantienen expectante tus artículos. Clavas lo que comentas, la pura realidad en todo el artículo.
    Totalmente de acuerdo.

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