El neocomunismo que no cesa

He defendido centenares de veces que la Ley Electoral, mejor no tocarla si no es con todas las garantías necesarias, pero muchos creen que es algo que se puede y se debe abordar para adaptarla a sus ensoñaciones.

Ocurre parecido con quienes piensan de buena fe que se puede iniciar una reforma constitucional, sin percatarse de que en las actuales circunstancias acabaría previsiblemente en un naufragio colosal de sentido exactamente contrario al que pretenden. Al menos eso, Rajoy lo tuvo claro.

Hay más que indicios para pensarlo, pues de hecho no han parado de introducirse reformas importantes en la Ley Electoral y todas van hacia el abismo, desde las modificaciones en los requisitos para el voto por correo hasta el otorgamiento de poderes impropios a representantes de una empresa particular contratada por el Gobierno y que se encarga de recontar las cifras con indebido oscurantismo.

Leo que ahora buscan, como ya venían haciendo, introducir una reforma más que naturalice la posibilidad de votar a cientos de miles o millones de inmigrantes sin ese derecho reconocido en la actualidad. En Cataluña llevan años ensayando el modelo de forma diferida y promoviendo la incorporación de inmigrantes a las urnas por diversas vías, aunque les cueste un pico congraciarlos con el independentismo y les paguen incluso las vacaciones de sus hijos en los países de origen para ser adoctrinados en las estrecheces del Corán más restrictivo.

Algunos lo llamarán suicidio, pero ellos se afanan en el cortoplacismo que favorezca sus intereses inmediatos, porque tenemos una clase política imberbe que para ser ministro (o ministra) sólo exige pedigrís tan lamentables como que “mi abuelos fueron criados”, aunque luego llegan y ponen de niñera a una alto cargo con oprobioso sueldo de director general o de secretario de Estado. A costa nuestra.

Pero a lo que voy es a otra cosa bien distinta, pues en Francia, Grecia o Italia, con Macron arrasando las libertades civiles en nombre de la Revolución Francesa, han emprendido la locura de exigir certificados de vacunación hasta para ir a un baño público, montar en el Metro, subir a un avión, viajar o comer en un restaurante.

Mientras otro ministro comunista aboga por reducir el consumo y producción de carnes, un organismo de ringorrango nos lanza que beber dos cervezas al día provoca cáncer de colon. Y digo yo que lo que en verdad atenta contra la salud es tener que pagar una hipoteca durante 30 o 40 años o estar en paro, cosa que a esta gente tan sensiblera no parece preocuparle en absoluto y disparan los precios de la energía eléctrica hasta las nubes a la vez que la UE pretende establecer que a partir de 2035 dejen de fabricarse vehículos de combustión. Otro día les hablo del disparate y la limitación de movimientos encubierta que supondrá semejante medida, porque hasta ahora jamás se había visto que la aparición de una tecnología más moderna conllevara una prohibición de ese calibre. La fabricación de discos decayó porque aparecieron tecnologías más flexibles, no hizo falta prohibir los vinilos ni tampoco los CDs; sencillamente, fueron sustituidos por obsolescencia. Como tampoco fue preciso prohibir el uso de carretas y caballos por la aparición del ferrocarril o del automóvil. O sea, bienvenidos al supra-Estado totalitario de la UE. Si Spaak o Adenauer levantaran la cabeza…

Así pues, superado “el fin de la Historia” de Fukuyama, reaparece un neocomunismo que no es de derechas ni de izquierdas, porque en él confluyen todos (o casi todos), con su misma pulsión imperial y totalizadora que amenaza con consagrar unos nuevos siervos de la gleba, como cimarrones en fuga que se hubieran atrincherado en el interior de una manigua huyendo de los perros sabuesos de los poderes del Estado.

Son tan obsecuentes con el disparate que mientras te exigen certificados para ser buen ciudadano, permiten la entrada y la naturalización de cientos de miles de inmigrantes irregulares sin control alguno que pueden moverse a su gusto con sólo presentar una solicitud de asilo que contraviene todos los tratados internacionales, porque la condición de asilado está pensada no como una trampa para el Estado-elefante, sino como una tarea humanitaria y liberadora para quienes se vieran perseguidos por determinadas circunstancias. Y no es el caso ni de lejos.

Europa ha iniciado los ensayos para la vía china, aunque de momento conserva las catedrales y los museos, no como testimonios de su Historia, sino como meras postales para que los instagramers tengan un escenario donde fabricar selfies y tik-toks. Y luego nos quejamos del brexit de los ingleses, pero es que han olido la peste que se nos avecina.

He dicho.




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