Las primeras noticias que tuvimos del metaverso, nos hablaban de gafas virtuales, de avatares y, en definitiva, de una experiencia que nos introducía en un mundo imaginario con visos de realidad, algo así como un juego, aplicable a muchos campos, de ahí el anglicismo gamificación (del inglés game, juego).
Luego fuimos testigo de como Facebook cambió su nombre a Meta en octubre de 2021, reflejando sus crecientes ambiciones de ir más allá de las redes sociales para entrar en la Web3 y en el metaverso, filosofía que le llevó en 2022 a que se desplomara su valor en bolsa, debido a sus bajos ingresos y a su costoso proyecto.
Como docente y comunicador en ejercicio, me interesa especialmente todo lo relativo a la relación entre metaverso y educación, sobre todo ese conjunto de posibilidades que se abre de cara a mejorar la transmisión de conocimientos y la formación, en general. No nos engañemos: los avances tecnológicos han llegado para quedarse, y la generación Z (los nacidos entre 1995 y principios del siglo XXI) se sienten más cómodos en un contexto digital. De hecho, las plataformas de videojuegos, lugar de encuentro diario de millones de usuarios, han servido para normalizar el uso de avatares. Un informe de la consultora Bain & Company revela que los videojuegos son la primera opción de entretenimiento para las personas de 13 a 17 años en todo el mundo.
Esta dinámica alcanza ahora a la EdTech (Education Technology), la inversión en el campo educacional no para de aumentar, y podemos hablar ya de una influencia disruptiva del metaverso en la educación. Estudios de neurociencia cognitiva indican que el entorno en el que aprendemos ayuda a asentar lo que tratamos de memorizar: simular el consejo de administración de una empresa, la atención de una reclamación, la relación con compañeros de distintas nacionalidades o credos, etc.
La pandemia abrió el camino hacia entornos educativos híbridos, pero ahora se aprecia un cambio de paradigma, que supone pasar de un proceso presencial híbrido o digital a otro plenamente inmersivo, con un proceso de aprendizaje más personalizado. Las clases magistrales irán dejando paso a esa gamificación o ludificación (de lúdico), y las aulas con número limitado de alumnos quedarán anticuadas en la medida que se expanda el número de alumnos a distancia.
No pensemos sólo en la formación académica de niños y jóvenes, también los centros de formación de las empresas han introducido en sus diseños de carreras profesionales el metaverso, con el fin de dotar a sus trabajadores de nuevas habilidades en menor tiempo: al estar inmerso en un espacio 3D, la concentración aumenta por aislarse del exterior y se acelera el aprendizaje. El Bank of America ha sido uno de los primeros en aplicarla con cerca de 50.000 empleados. Los resultados evidenciaron que los empleados formados con esta tecnología adquirieron la capacitación necesaria cuatro veces antes que en una clase tradicional, declararon mayor confianza en la aplicación de lo aprendido en la vida real y se sintieron más concentrados durante el tiempo que duró la formación.
No cabe duda de que esta metodología va a promover las vocaciones STEM (acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics, a saber, Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), un área que continúa creciendo ya que los egresados de estos campos tienen alta demanda en el mercado laboral y que nuestro país tanto necesita.
Vamos a ser testigos de cómo evoluciona el rol de estudiante y el de profesor: el metaverso está marcando el paso para una transformación en el papel del estudiante (ya no se define como un receptor de contenidos, sino también como un actor principal) y en el de profesor (ahora ocupará por completo el papel de “facilitador”). Esto comporta redefinir los criterios de evaluación, pues el metaverso incide en la forma de obtener y realizar el seguimiento de la evolución de los participantes.
Tendremos que estar atentos a cómo este mundo de realidad virtual alternativa aporta valores diferenciales en los procesos de aprendizaje del futuro, y también veremos cómo encaja en los modelos educativos presenciales, híbridos y a distancia, como la UNED, sin olvidar la preeminencia de la interacción humana.
Alberto Amador Tobaja: aapic1956@gmail.com
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1 Comment
Gracias por el artículo Alberto.
Se agradece la formación digital rápida y facilitadora a mayor número de alumnos , pero la interacción humana no creo que desaparezca , mas bien es necesaria para este nuevo desarrollo.
Un cordial saludo , Soledad