El día de ayer fue una auténtica pesadilla.
La aparición de la señora en la revista “Diez Macutos” causó todo un revuelo y la casa parecía una agencia de prensa, pero de esas que llaman “del corazón”.
La señora estuvo toda la mañana del lunes feliz como una perdiz, todo eran felicitaciones, llamadas de amigas, visitas… Ella se pavoneaba por todo el jardín y las estancias, pero sin darse cuenta que era seguida muy de cerca por tío Nike, que ataviado con una gran peluca morena que le daba un aire de beoda en carnavales, trataba de hacer burla de la señora.
Todo era felicidad y alegría, hasta que sonó el timbre del enorme portón de entrada y pudimos ver por el videoportero una figura siniestra y con casco, que acababa de dejar una carta en el buzón y se alejaba a toda velocidad en moto.
La señora, informada de dicha carta, le pidió al mayordomo que se la trajese y se la leyera porque la señora estaba ya muy cansada de leer tantas felicitaciones.
Ella tomó asiento en un bello cenador rodeado de lilas y el mayordomo procedió a la lectura:
[- Hola mamarracha. Te creerás que has salido muy mona en el reportaje y que eres el relevo de la Preysler para hacer anuncios de "Perrero Foché” y "Procelacosa” ¿Eh?… ¡Ja, ja y jajá!
Mucho será si te llaman para hacer el de los tampones "Trampax” porque tú de eso de meterte toda clase de cosas sí que entiendes mucho y se te da bien. Mamona.
Firmado: Lamui Ladina]
La señora montó en cólera y le arrebató la carta al mayordomo, que no sabía el pobre ni dónde meterse, no la fuese a tomar con él que solo se había limitado a leer cumpliendo órdenes…
… la carta se fue arrugando entre los dedos de la señora mientras con los labios apretados, profería todo tipo de maldiciones e improperios, que no soy capaz de reproducir porque apenas pude entender nada de lo que decía.
Y en esta situación tan tensa para nosotros el personal de servicio, no podía por menos que amenizar la ocasión el tío Nike, al que la peluca postiza se le había caído hacia delante y no podía ver que las ruedas de su carromato se estaban acercando peligrosamente al borde de la piscina.
Todos con el alma en vilo mientras la señora seguía estrujando la carta, ella con los labios apretados, el ceño fruncido y los ojos desorbitados… y nosotros con miedo hasta de movernos para no ser el blanco de su ira, mientras el carricoche avanzaba hacia el agua sin remedio.
Y así, todos firmes, callados y temerosos, no tuvimos más opción que dejar pasar las cosas por su curso natural, con el desenlace que ya se pueden imaginar.
El mayordomo sacó a tío Nike del fondo de la piscina y se tuvo que reanimar solo porque nadie quería hacerle el boca a boca. Yo tuve que sacar el carrito (que por cierto, pesa un quintal con las putas baterías) y ahora estoy secándolo al sol junto al tendedero en el que ha colgado el mayordomo a su piloto para que también se vaya secando.
La señora se ha encerrado en su despacho y le ha encargado al mayordomo que vaya a comprar unas tarjetas SIM para no sé qué cosa que tiene que hacer.
Así que aquí estoy solo con el tío Nike tendido al sol mientras intento secar también su motocarro… que es por lo que hoy no escribo desde el invernadero…
… sino desde el secadero.
En fin, hasta la próxima, que esto es un no parar.
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