He tratado de buscar la cifra más ajustada y actualizada sobre el valor de las casi 600 toneladas de oro que saquearon del Banco de España en comandita los socialistas Juan Negrín, Indalecio, Prieto, Largo Caballero y Luis Araquistain en el otoño de 1936.
Aquel tesoro fabuloso, la cuarta reserva de oro del mundo en su momento, fue trasladada con nocturnidad y alevosía a Moscú en cuatro buques soviéticos en calidad de depósito para ser usado a crédito en el sostenimiento de la guerra que se había iniciado el 18 de julio de ese mismo año.
Aquel latrocinio, no obstante, no fue el único que practicaron, pues más allá de las 100 cajas de oro que desaparecieron en el transporte desde Madrid hasta embarcar el cargamento de 7.800 cajas en Cartagena rumbo a Moscú, no incluye otros envíos por barco al puerto de Odessa, así como la innumerable flota de camiones repletos de maletas y cajones con joyas, obras de arte y oro desaparecidos del castillo de Figueras, uno de los puntos de almacenaje del resto de aquella colosal operación de saqueo.
El 14 de febrero de 1937, por ejemplo, el mercante español Andutz Mendi atracó en Estambul con un cargamento de cajas de oro con destino al puerto de Odessa, mismo destino que el del vapor Latymer, que en noviembre de 1938 declaró a las autoridades griegas una carga de «plomo argentífero».
También el comunista austríaco Sigmund Rot hizo otros transportes de monedas de oro entre España y Praga, con destino Moscú. La que luego sería dirigente de la resistencia francesa Dominique Desanti, declaró que desembarcó en Port Vendres del buque Cap Pinede un cargamento de oro y joyas que fue agregado en secreto a un convoy ferroviario de armamento defectuoso que se devolvía a la URSS.
El comunista Domingo Hungría se llevó del tesoro acumulado en el Castillo de Figueras dos camiones cargados de oro y joyas; el comunista Villasantes, un camión cargado con maletas llenas de joyas, y un comandante del Batallón Especial de Enrique Líster, otros cuatro. Se desconoce qué ocurrió con todos esos cargamentos y las divisas que pudieron generar en su venta a la URSS.
A finales de 1939, en la Banque Commerciale de l’Europe du Nord, filial del Banco Central de Moscú en el exterior, existían un total de 1.896 millones de francos a nombre de colegas, familiares y agentes del presidente Negrín, pero nada de ello figura en el dossier completo que un hijo de Negrín (Rómulo de nombre, que así de laicos eran entonces) entregó a Franco en fecha tan tardía como 1956 sobre el primer inmenso cargamento referido, tratando de salvar la buena fe de lo actuado por su padre.
Aún quedaría agregar a grandes rasgos el descomunal saqueo perpetrado en el yate Vita, que acabó en México en manos de Indalecio Prieto, el cual se pulió aquella fortuna prodigiosa, que incluía el manto de las 50.000 perlas de la Catedral de Toledo, entre otras muchas obras valiosas, en putas y Casinos el resto de su vida.
Centrémonos ahora, para no desviarnos demasiado, sólo en el contenido de aquellos primeros cuatro barcos enviados a Moscú por los referidos dirigentes del PSOE. El valor del oro entregado a las autoridades bolcheviques en depósito se calcula a día de hoy en unos 12.000 millones de euros, pero dado que la inmensa mayoría de aquel material era oro amonedado, con valor numismático e histórico incalculable, la estimación más cauta rondaría los 20.000 millones de euros de hoy.
No repasaré ahora de qué manera fue dejada a cero la contabilidad de aquel fortunón, lo que le permitió al muy zurdo historiador Ángel Viñas afirmar que la URSS no nos debe nada de aquel expolio indecente, pero háganse a la idea, en comparativa, con lo que se avecina, pues la UE se dispone a entregar a los sucesores de aquellos cuatro sátrapas una cantidad entre cuatro y seis veces superior a lo robado entonces.
Unos 70.000 millones de euros a lo largo de los próximos años es lo consignado en el plan de ayudas europeas a la economía española, aunque sometido a una serie de condicionantes que en muchos caso impedirá o entorpecerá en grado extremo la utilización de dichos fondos.
En previsión de semejante mangazo, sin embargo, el Gobierno de Pedro Sánchez, con la colaboración inestimable de Nadia Calviño y María Jesús Montero en el papel de brazos mecánicos de todas las operaciones, se apresta a recaudar (o intentar recaudar para ser más exactos) una cantidad muy similar, en torno a 80.000 millones, en concepto de subidas de impuestos para cubrir al alza las ayudas europeas, las cuales desaparecerán en su mayor parte como por ensalmo, del mismo modo que desapareció el tesoro del yate Vita, destinado originalmente a sostener a la población emigrada o en el exilio tras la guerra civil, pero a la que jamás accedió otra mano que la del propio Indalecio y sus corruptos amigos del PRI mexicano.
En la contabilidad de toda esa catarata bestial de millones, volverán a actuar al modo de la URSS, donde el material de guerra adquirido eran suministros completamente obsoletos y cobrados a cuatro o cinco veces el precio real de si hubiera sido nuevo, además de endilgar comisiones bestiales y desvíos improcedentes por cada movimiento ejecutado, desde el transporte a las tareas de fundición o almacenaje.
En definitiva, les advierto, estamos asistiendo al intento de batir un nuevo record socialista en la tarea de un expolio tan descomunal que los tiempos venideros nos tomarán por locos. Las maletas de Delcy eran un experimento del Monopoly.
He dicho.
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2 Comments
¡Excelente artículo! Llevan el robar en su adn. En Cuba Castro hizo otro tanto con la “nacionalización”de la banca. En realidad la expropió y la puso a su nombre.
Gracias, D. Víctor. Añádale a todo esto el vandalismo de que gran parte de todo ese latrocinio fue en joyas y obras de arte irrecuperables.