En el Parlamento Europeo se ha aprobado el denominado Informe Matic: una resolución que insta a los países de la UE a considerar el aborto como un nuevo derecho humano dentro de los derechos a la salud sexual y reproductiva de la mujer y que limita la objeción médica de conciencia.
Otra vuelta de tuerca más en el intento de sacralizar jurídicamente la injusta condena a muerte de millones de seres humanos cada año en el seno de sus madres y un nuevo afianzamiento de los partidarios de esta aberración, que provocarán furibundas reacciones de sus agitadores cada vez que se cuestione tan «benéfica» aportación a la humanidad.
Y una consecuencia de todo esto es que se irá rebajando la defensa de los concebidos no nacidos hasta reducirla a genéricas llamadas en favor de la vida, que a nada comprometan ni a nadie molesten. Van quedando así proscritos los argumentos que contengan una información gráfica o biológica demasiado explícita y que «ofendan» a la vista o al oído, recordándonos que la cruda realidad de un aborto ni puede considerarse una intervención quirúrgica más ni el feliz ejercicio de un nuevo derecho a la «salud».
Pues lo que verdaderamente implica el aborto es afrontar la trascendental cuestión, ya prácticamente obviada, de si es justo matar a un hijo impidiéndole nacer y el auténtico precio que pagan por ello muchísimas mujeres durante toda sus vidas.
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