Ayer se hicieron públicas las nominaciones a los Goya que se entregarán en otra cutre y politizada ceremonia, como las que ya nos tiene acostumbrados la Academia de Cine, el próximo mes de Enero. En ella no faltarán los insultos y descalificaciones a Vox, a la “extrema derecha”, declaraciones rimbombantes acerca de la violencia de género y lo malo malísimo que era Franco y demás aderezos habituales de nuestra farándula. Hay que agradar al rebaño.
Entre las nominaciones nada de sorpresas. Muchas, demasiadas para mi gusto, para las películas de Alejandro Amenábar, “Mientras dure la guerra” (17), y Pedro Almodóvar, “Dolor y Gloria” (16), ambas ya anteriormente premiadas millonariamente por el público, gracias, entre otras cosas, a las aplastantes campañas publicitarias de las que gozaron ambos films en todos los medios y, ante todo, el televisivo, dominado por la progresía de izquierdas patria.
Por supuesto dominan el panorama las películas acerca de la represión franquista y lo malo que era el bando nacional (la propia película de Amenábar, “La Trinchera Infinita”, o “Intemperie” del sevillano Benito Zambrano).
En sus primeras declaraciones tras conocer sus nominaciones, Amenábar, en cuya, bajo el disfraz de equidistancia subsiste una bastante maniquea película, Unamuno aparece como un ser indeciso y yo diría que hasta cobarde en algunas de sus actitudes, Franco (en lugar de ser el general más joven de Europa y la persona bajo cuyo mandato el bando nacional ganó la guerra civil) es un pobre diablo, dubitativo aunque sagaz y ambicioso en otros momentos y con esa sempiterna voz de pito que siempre se le adjudica en el cine español y Millán Astray un violento y sádico neurótico que interpreta histriónica y ridículamente un, por otra parte magnífico actor en otras ocasiones, Eduard Fernández (por supuesto está nominado), Amenábar, digo, ha deseado destacar, hablando sobre Franco, lo siguiente: “Es una anomalía que haya estado en el Valle de los Caídos todo este tiempo”. Y añadió, esta vez sobre Vox, y aunque nadie le preguntaba sobre ello: “Fue una decepción que por culpa de Ciudadanos, que iba a traer aire fresco a la política, estén donde están”..
En cuanto a Almodóvar, ya en la anterior ceremonia, la del año pasado, declaró, de manera altisonante y pomposa, como en el manchego es habitual, que “le negaba la existencia a Vox”.
Son actos de fe imprescindibles en la ceremonia de la corrección política en que se ha transformado toda nuestra sociedad.
Que una película magnífica como “El Crack 0” de José Luis Garci, realizada con poquísimo presupuesto, escasas semanas de rodaje, mínima campaña publicitaria, pobrísima y cortísima exhibición en salas (apenas cuarenta y tantas copias para todo el país), pero con mucha ilusión (casi cabría decir ilusión juvenil, a sus enérgicos y envidiables setenta y cinco años) por parte de su director, que supo insuflársela a todo el equipo, no haya recibido una sola nominación, ni a la dirección magistral de Garci, ni al guión del propio Garci y Javier Muñoz, ni a las soberbias interpretaciones de Carlos Santos, Miguel Ángel Muñoz, Pedro Casablanc, Ramón Langa o incluso Luis Varela, ni siquiera a la soberbia fotografía en blanco y negro de Luis Ángel Pérez, es una vergüenza para esta politizada y sectaria Academia del Cine español amén de una flagrante injusticia de la que deberían hacerse eco los cineastas honestos, que los hay, de este país.
Mas no lo harán, peligraría la subvención.
Una industria que precisa de la perpetua ayuda del Estado para sobrevivir es una industria ruinosa y, por tanto, siempre agradecida y deudora de la mano que le da de comer. Ese es el problema de nuestro cine.
Y cuando hay una personalidad como José Luis Garci, independiente, con opiniones propias y no las del rebaño del pensamiento único y la corrección política, que no va mendigando por los despachos la ayuda pública, éste es marginado por la industria (malo cuando el cine se transforma de arte en industria) y por sus propios compañeros porque les pone ante el espejo de su propia cobardía.
Yo modestamente le sugiero algunas cosas que podría hacer, si le dejan dirigir otra película o a él le quedan ganas, al maestro en tantas cosas, el director español más nominado en los Oscars en la categoría de mejor película extranjera y uno de los tres únicos que lo ha ganado (en puridad solo dos, pues Buñuel ganó bajo bandera francesa con “El discreto encanto de la burguesía”), José Luis Garci, para el próximo lanzamiento publicitario: por ejemplo, alguna declaración contra Plácido Domingo y el acoso sexual, o bien que abominara de la extrema derecha que nos invade, proclamara a voz en grito la alerta antifascista y se autonombrara demócrata pata negra por el hecho de “dar voz en el Parlamento”, como se dice ahora, a los herederos de los asesinos etarras y considerar constitucionales a partidos políticos que tienen en su programa la destrucción de España.
Aunque lo que creo sería decisivo a su favor sería salir del armario y confesarse transexual.