El Correcaminos, el Coyote… y su prima

El revolutum de Sánchez y su Gobierno a diario es un tornado. Generan disparates como bengalas en varias direcciones, a la vez y sin descanso. Cuando la oposición llega, el fogonazo se ha apagado y se quedan con el molde, la nada entre las manos. Sánchez pasa como el Correcaminos y Casado es el Coyote. Sólo en ocasiones, Vox espera al final de la curva, en los tribunales o en la tribuna del Congreso, y le cae una roca encima a ese gallinazo, que corre que se las pela para no dar cuenta de sus desmanes.

Ahora que Sánchez ha iniciado ya sus vacaciones, España discute las mamarrachadas del último Consejo de Ministros, tiempo suficiente para darse un garbeo por los Yunaites mientras aquí nos tiramos los trastos a la cabeza con las últimas chifladuras sobre matrias, memorias históricas, impuestos al Madrid capitalino o las 31 modalidades de gays existentes, porque sexos sólo hay dos, aunque prácticas hay muchas más y todas respetables en la intimidad, con los requisitos de la voluntariedad y la edad adulta necesaria.

Cuando alguien se percate y se pregunte a qué narices ha ido Sánchez a Niuyor con el dinero de todos los españoles, él y su séquito de amigos estarán disfrutando en La Mareta o en las Marismillas pelando gambas y langostinos de Bigote. Y a otra cosa, mariposa.

Sánchez y su Corte de escoltas y operarios contratados en cualquier oficina de Manhattan no ha mantenido, que se sepa, ni una sola reunión oficial durante su estancia; no lo ha recibido no ya Biden, sino ni siquiera el gobernador de Delaware o el alcalde de la Chipiona de allí. Se ha sentado, al parecer, con directivos de unas cuantas empresas multinacionales, algo que harían incluso con el alcalde de Bujumbura, capital de Burundi, pero añadiendo además, para explicarlo, que España necesita mejorar la sanidad y la educación y que para nosotros es fundamental la inversión extranjera, pero sin que sepamos muy bien qué pintan dichas empresas en una Sanidad y una Educación públicas.

Se ha dado el chorreo de contratar una entrevista en la NBC para exhibir en su inglés átono los mismos mantras inexplicados sobre digitalización, transición ecológica e igualdad de género que conducen a ninguna parte y ha vuelto a mentir sobre brechas salariales y vacunaciones con la sonrisa de un aspirante a extra en un ‘peplum’ de la Costa Oeste, aunque se ha llevado el revolcón de su estúpido paseo en la Cumbre de la Otan tirándole de la chaqueta al anciano emperador.

Ya no habrá manera de saber por qué motivo este tipo se siente con derecho a realizar un viaje como presidente de Gobierno sin la menor razón de Estado, sólo por subirse la moral pisando las aceras de Manhattan Sur rodeado de un séquito de guardaespaldas con pinganillo y una secretaria con tacones bajos mientras cuatro fotógrafos contratados para la ocasión le disparan un álbum con la perspectiva aplastada y borrosa de los rascacielos de fondo.

Antes de que la oposición reaccione, ya digo, Sánchez estará de regreso en la Moncloa con el tiempo justo de echar el Meyba en la maleta y recargar de queroseno el Falcon para una secuencia inolvidable de noches estrelladas con los amigotes a costa de nuestros impuestos, sin preocuparle lo más mínimo que su estado de alarma declarado inconstitucional será incapaz de soportar las nuevas medidas restrictivas que cada Gobierno autonómico barrunta ni tampoco a qué horas enciende usted el ventilador o la lavadora.

Los mariachis asesores de Sánchez le cantarán serenatas a Begoña mientras nosotros nos peleamos con las incertidumbres que Tezanos siembra cada mes con encuestas a contrapelo que no se creen ni en su casa y en Europa se ponen bravos y endurecen las condiciones para enviar el dinero que ya no alcanza.

Lo repito desde hace un año al menos, que la quiebra de la economía española no es un pronóstico ni una adivinanza, sino una realidad casi irrefutable que se acerca al “corralito” y con una Ley de Seguridad Nacional que parece parida por las oficinas de Rudolf Hess.

Permítanme, para terminar, que les presente a un pariente del que todos parecen haberse olvidado: la prima de riesgo de España dobla la de Francia, Bélgica e Irlanda; es tres veces superior a la de Austria, seis veces la de Holanda y un 10% superior a la de Portugal. Sólo nos superan Italia y Grecia. Bienvenidos al desastre.

He dicho.




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