Caza Mayor

Esta banda de trileros sinvergüenzas que nos gobierna tiene una hoja de ruta muy clara con un único fin: desmontar el régimen constitucional del 78 e implantar una “república plurinacional”. Con ese objetivo se levantan cada día dispuestos a jodernos la vida a los ilusos que creíamos vivir en un mundo feliz, “pobres imbéciles” pensarán…

Es evidente que a los españoles nos ha ido muy bien en estas décadas que van desde la muerte de Franco a nuestros días, de hecho ya nos iba muy bien en los últimos quince años de vida del dictador, que fueron un verdadero milagro de progreso y paz social, por mucho que digan. Franco murió en su cama sin apenas oposición entre otras cosas porque el país funcionaba como un reloj…

Este tipo de comentarios pronto serán delito, la nueva ley de “Memoria Democrática”, (nunca un adjetivo fue peor empleado), prohibirá y perseguirá cualquier opinión que se desmarque de la verdad oficial, esa que proclama la forzosa unanimidad de pensamiento a todos los españoles sobre nuestra convulsa historia reciente. Una infamia más que se suma a una lista tan larga que ha conseguido cauterizar cualquier tipo de reacción popular.

La obsesión de este infame gobierno con Franco, a quien nunca perdonarán su victoria sobre el comunismo asesino del Frente Popular, responde principalmente a la necesidad de desviar la atención sobre su desastrosa gestión de la pandemia pero también obedece a la falta de rigor y perspectiva histórica para reconocer los aciertos de un largo período que consiguió transformar un país devastado en una potencia industrial. Un verdadero milagro.

Como también fue un milagro lo que vino después, aquel Parlamento del 77 en el que se sentaron amigablemente sexagenarios que habían estado liados a tiros en su juventud, por una puñetera vez en la historia los españoles habíamos decidido olvidar viejos rencores y remar juntos por el bien de las generaciones futuras.

Aquel generoso consenso capitaneado por las figuras del Rey Juan Carlos y de Suárez nos trajo los mejores años de libertad, concordia y progreso de toda nuestra larga historia. España asombraba al mundo con un modelo de transición basado en el respeto y la reconciliación. Lo que nadie decía era que buena parte del milagro lo obró el viejo dictador, pues había creado una clase media trabajadora que quería para sus hijos una vida mejor que la que ellos tuvieron.

Esa sufrida clase media heredada del franquismo, gente dura y acostumbrada a las privaciones, gente abnegada que había crecido en los peores años de la posguerra, fue la que hizo posible la transición, la que puso después a Felipe González en La Moncloa, la que aguantó en pie los terribles zarpazos del terrorismo etarra, la que lloró de emoción viendo correr a Fermín Cacho en el tartán de Montjuic y la que también lloró pero de rabia aquella terrible mañana de marzo del 2004 en Madrid, y es también, por cierto, la que ahora se está muriendo sola en hospitales y residencias en medio de un olvido vergonzante.

Pues toda esa obra ingente de nuestros padres va a ser borrada de la historia de un plumazo por esta banda de salteadores de caminos a los que el bien de España les trae sin cuidado, de hecho se asocian con los peores enemigos de nuestra nación y de la libertad, aquellos cuyo afán diario es destruirnos, trocearnos, debilitarnos, sin reparar para ello en cualquier tipo de actuación golpista e incluso justificando los asesinatos de personas inocentes.

Para ello han puesto el punto de mira en la figura del Rey, marginándolo descaradamente en actos oficiales o directamente vetando su asistencia, acusándole de ser heredero del franquismo e incluso de romper su obligada neutralidad en favor de los partidos de la derecha. Lo cierto es que odian aquello que La Corona representa, es decir, lo que prevalece, lo que está por encima de los vaivenes políticos, la unidad de la patria, el amor por su inmenso legado histórico y la esperanza en un destino común.

Estos malnacidos aprovechan el obligado vacío de nuestras calles y plazas por miedo al contagio para avanzar en su sueño totalitario y perpetuarse en el poder al estilo de los dictadores bolivarianos que tanto admiran y que financiaron sus proyectos. Reniegan de la monarquía constitucional que tanto nos ha hecho avanzar en derechos y libertades pero se abrazan a Castro, o a Maduro, dictadores que han llevado a sus ricos países a la miseria más absoluta.

Deben saber que a muchos nos tendrán enfrente, no nos callarán.




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